P´al Nacho
Supongamos que la máquina perfecta fue creada indestructible, eterna. Con capacidad para alimentarse de cualesquier manifestación de la energía. Supongamos que por siglos ha soportado los cataclismos que sucedieron antes y después de la desaparición de la humanidad. Supongamos que el planeta tierra ya no existe, ni el sistema solar y que la máquina viaja porquiensabeque regiones del espacio.
Supongamos que por algún extraño hilo conductor decide trabajar nuevamente y el silencio sideral se de interrumpido por extraños ruidos de teclas y engranajes; luego, la nada… hasta que una voz metálica comienza a atronar en el espacio:
—¡Hágase la luz! Y separemos la luz de las tinieblas y llamaremos a la luz, día y a las tinieblas, noche.—
Eduardo Mendoza
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 635