El alfarero modelaba el barro.
—¿Qué haces? —le preguntó Dios.
—Un hombre.
—¿Llevas mucho tiempo trabajando?
—¡Mucho!
—¿Mucho?
—Años —repuso el alfarero.
—Te faltará tiempo.
—Tal vez, y Tú. ¿Qué haces?
—¿Yo?…
Dios no contestó; se puso a trabajar con el alfarero.
Moisés Plata Becerril
No. 73, Julio-Septiembre 1976
Tomo XI – Año XII
Pág. 745