Una vez terminada la colosal escultura que representa a Moisés, el genial escultor, arrobado ante la perfección de su obra, golpeó con su martillo uno de los pies de la majestuosa figura, a la vez que le decía: “Y ahora, habla”
Las buenas costumbres, la educación refinada y el respeto al venerable artista, no han querido imaginar jamás, lo que la estatua (si hubiera tenido el don de la voz) hubiera contestado a su creador.
Rafael Cordero Aurrecoechea
No. 94, Septiembre-Octubre 1985
Tomo XIV – Año XXI
Pág. 800
Es un gran orgullo encontrar estos cuentos del profesor Rafael Cordero, dentro de esta publicación del Cuento. Siento una gran emoción, de ver que su obra literaria trasciende, y coloca su aportación, dentro de las letras mexicanas. Tengo la enorme fortuna de ser su hijo, el menor, y poder agradecer, que a muy temprana edad, me encauzó por el amor a los libros y a tomar la lectura como disciplina. Saludos afectuosos, mi nombre es Joaquín Cordero Gómez. Hasta luego.
Joaquín Leonardo, necesitamos que nos proporciones material (foto y semblanza de tu padre) para la galería de autores, en el correo cuentistasbrevisimos@yahoo.com.mx lo recibiremos y publicaremos. Gracias por tu mensaje y por visitar la página.
Alfonso Pedraza