
Hubo en un tiempo en el Estado de Sung, un tal señor Ting que no tenía pozo. Cada día, un hombre de la servidumbre dedicaba todo su tiempo para asegurarle el servicio del agua, pues debía ir a buscarla muy lejos. Para simplificar el trabajo, Ting hizo cavar un pozo en el patio.
—Al hacer cavar ese pozo en mi patio, me he ganado un hombre —le dijo a un amigo.
Este amigo se lo contó a otro, y, pasando de boca en boca, la observación se convirtió en esto:
“El señor Ting, al cavar un pozo en su patio, encontró un hombre”.
Estas palabras se divulgaron a través de toda la región y llegaron a oídos del rey, quien hizo llamar a Ting para saber de que manera había encontrado a un hombre en el fondo de su pozo.
Ting le explicó:
—Ese pozo cavado en mi patio, me evitó tener que hacer acarrear el agua desde tan lejos y por lo tanto me proporcionó dos brazos más para los trabajos de casa, ¡eso es todo!
Dsi Jua Dsi
No. 28, Febrero 1968
Tomo V – Año IV
Pág. 287