Estelio (457 a.C.) describe al unicornio no como una criatura sobrenatural, sino como un animal común y corriente. Contrariamente a lo que relatan las odas y los anales de la época, explica que dicho animal tiene metamorfosis como las de la mariposa. Con la diferencia de que sus estados larvarios se llevan a cabo en años. Que sus huevecillos son las perlas, su oruga el hipocampo y su crisálida el rinoceronte, del que emerge con su figura universalmente conocida. Sólo que, por un lado, como ningún hombre tiene vida suficiente para poder ver su ciclo completo, y por otro. Como todas las mujeres aprecian sus huevecillos como joyas, raros son los que pueden continuar sus transformaciones. De ahí la leyenda.
Carlos Isla
No. 127, Enero – Junio 1994
Tomo XXIII – Año XXX
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