Yo era poeta, y escribía cosas muy lindas, con mucho amor; escribía hermosas canciones al corazón; pero vino Bernard y los trasplantó.
Seguí siendo poeta, y a la luna dedicaba mis poemas de amor, más vino Armstrong y la profanó.
Ahora soy poeta pero no tengo amor, pues no poseo luna ni corazón.
José Gilberto Hernández A.
No. 39, Noviembre – Diciembre 1969
Tomo VII – Año V
Pág. 108