El mirar es una cosa maravillosa de la que sabemos muy poco; con él siempre estamos vueltos al exterior, pero precisamente cuando más lo estamos, parecen suceder en nuestro interior cosas que estuvieron esperando ansiosamente este estado inobservado; y mientras ellas, intactas y extrañamente anónimas, se efectúan en nosotros sin nosotros, crece en el objeto exterior la importancia de estas cosas, un nombre convincente y vigoroso, su único nombre posible, en el que reconocemos con beatitud y reverencia el suceso de nuestro interior sin llegar a alcanzarlo nosotros mismos, comprendiéndolo muy quedamente, desde muy lejos, bajo el signo de un objeto que nos era extraño hasta hace un momento y que en los próximos nos será extraño nuevamente.
Rainer María Rilke
No. 17, Octubre 1966
Tomo III – Año III
Pág. 386