—¡No, no, no!—, gritaba la creatura, acorralada en una esquina del coro de la iglesia.
—¡Vade Retro! ¡Demonio maldito! —respondía el hechicero, al mismo tiempo que trazaba unas líneas en el aire, confinando al demonio en uno de los tubos del órgano del coro, cual prisión de metal. A partir de entonces, se hizo público que no se debería accionar jamás la tecla del tubo correspondiente, so pena de liberar nuevamente al Diablo, provocando plagas y terrores bíblicos.
Así transcurrió largo tiempo, hasta que un organista, arrebatado por una magnífica inspiración, en el clímax de un pasaje in crescendo, se olvidó de la antigua prohibición; el Demonio, vibrando extasiado por la música, decidió continuar para siempre en su celda, permaneciendo eternamente en el sublime estado en que se encontraba.
El Preludio Coral “Desciende tú ahora, Jesús, del Cielo”, (“Kommst du nun, Jesu, von Himmel”) BWV 650, de Johann Sebastian Bach, fue, así, compuesto.
Antonio Lorenzo Monterrubio
No 95, Noviembre-Diciembre 1985
Tomo XV – Año XXI
Pág. 69