Las lágrimas de Ashera

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El Sol, llamado Adón Adoním (Señor de los Señores) está enamorado de la Tierra (Ashera), la cual a su vez está perdida de amor por su amante cósmico. Este, con el fuego de su pasión, la fecundiza; de estos amores siderales nacen todos los organismos que cubren la superficie de la tierra y habitan en el seno de los mares. Todo es amor en el universo; la misma creación nació del deseo. Pero viene el ardiente sol de verano, que seca la tierra y quema la vegetación. Es el Molek abrasador, el Dios de la amores de Adón con la divina Ashera, y le ha asesinado allá en el Líbano, tomando la forma de un jabalí y mordiéndole en los órganos de la fecundidad, para de esta manera hacer estéril a su amada. Después, el Dios de la Muerte reina solo, con feroz soberanía. Los ardores de la canícula son sus emanaciones. Por el terror lo domina todo. La divina Ashera se convierte en Salambó y llora la muerte de su amante, en el equinoccio de otoño. Pero sus lágrimas, que caen a la tierra en forma de lluvia, no son inútiles, ni el Dios del Amor ha muerto en vano, La sangre que ha derramado en el Líbano, baja a fecundarla. A su contacto todo revive y se alegra, y el mismo Adonis resucita y aparece de nuevo en el cielo.

Levy, ETUDES PHENICIENNES
No. 4, Agosto -1964
Tomo I – Año I
Pág. 67