Minos

Caminaba por el inmenso sótano. Oscuras paredes, y a lo lejos la luz de lo que parecía ser la salida. Arribaba a ella, luego comprendía que no, la abertura siempre daba a un sótano más frío y oscuro. Durante meses anduve perdido. ¡Qué digo perdido!, ¡qué digo meses, años! Hallé puertas esperanzadoras, creía arribar al fin al mundo exterior, a la luz definitiva, y, de improviso, caía nuevamente en la oscuridad. Por fin, un día —o una noche, quién sabe—, sin proponérmelo, me encontré bajo el cielo azul. Había salido del laberinto. Miré a mi alrededor y observé árboles, animales, y gente. Los mismos árboles, animales y gentes que hacía meses o años, había observado cuando entré en aquel túnel. Desde entonces no sé si verdaderamente salí o si en realidad aquella salida no era otra cosa que una entrada a la inversa. Perdón… ¿Podría alguien orientarme?

Marcio Veloz Maggiolo
No. 39, Noviembre – Diciembre 1969
Tomo VII – Año V
Pág. 50

El escritor

El escritor decidió, de un tirón, escribir sus obras completas. Sentóse ante la máquina de escribir y comenzó a teclear. Su poderosa rapidez hacía que el papel casi se quebrara. Durante veinte siglos, el escritor, escribió y escribió. Al fin, viejo, con aspecto de Matusalén y olor a polillas futuristas, puso el punto final. Dejó lista la última frase. Le dolían los riñones y la milenaria espalda despedía un llagado olor acre. ¡Tantos siglos sentado! Al levantarse del asiento percibió un gran error: había olvidado colocar cinta en la maquinilla…

Con aire agotador caminó lentamente hacia el pequeño armario, tomó la agria pipa que reposaba junto a una vieja pistola cuarenta y cinco, encendió el aromático tabaco, con los ojos entornados puso su mano sobre la cinta y la colocó en la maquinilla…

Marcio Veloz Maggiolo
No. 39, Noviembre – Diciembre 1969
Tomo VII – Año V
Pág. 50

Verbo

Le crecía la lengua a razón de pulgada y media por minuto. Pronto la misma, fina y espumosa, le llegó al suelo. Quiso guardarla en uno de los bolsillos de su americana. No pudo. Su movimiento impedía cualquier intento de aprisionarla. Nadie sabe, nadie se imagina, cómo pudo el señor Jantipo hacer un nudo y ahorcarse con sus propias palabras.

Marcio Veloz Maggiolo
No. 39, Noviembre – Diciembre 1969
Tomo VII – Año V
Pág. 50

El soldado

Había perdido en la guerra brazos y piernas. Y allí estaba, colocado dentro de una bolsa con la cabeza fuera. Los del hospital para veteranos se compadecían mientras él, en su bolsa fuera, pendía del techo y oscilaba como un péndulo medidor de tragedias. Pidió que lo declarasen muerto —vieja costumbre norteamericana para mutilados de guerra— y su familia recibió un mal día el telegrama del Army: “Sargento James Tracy, Viet-Nam, murió en combate”.

La madre lloró amargamente y pensó para sí: “hubiera preferido parirlo sin brazos ni pernas; así jamás habría tenido que morir en un campo de batalla”.

Marcio Veloz Maggiolo
No. 39, Noviembre – Diciembre 1969
Tomo VII – Año V
Pág. 49

Marcio Veloz Maggiolo

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Marcio Veloz Maggiolo

Nació en Santo Domingo el 13 de agosto de 1936. Narrador, poeta, ensayista, crítico literario, arqueólogo y antropólogo. Hijo de Francisco Veloz Molina y Mercedes Maggiolo. Cursó su educación primaria en la Escuela México y la secundaria en el Liceo Presidente Trujillo y la Escuela Hostos; se graduó de Bachiller en esta última en 1957. Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1962) y Doctor en Historia de América de la Universidad de Madrid (1970). También hizo estudios superiores de periodismo en Quito, Ecuador. Fue subsecretario de Estado de Cultura, Director del Departamento de Investigaciones del Museo del Hombre Dominicano, Director del Departamento de Antropología e Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Director-fundador del Departamento de Extensión Cultural de la misma universidad y Director del Museo de las Casas Reales. Además, se desempeñó como Embajador en México, Perú y Roma. Entre los múltiples galardones que ha recibido por su obra creativa figuran: Premio Nacional de Poesía (1961) con Intus; Premio Nacional de Novela (1962) con El buen ladrón; Premio Nacional de Novela (1981) con La biografía difusa de Sombra Castañeda; Premio Nacional de Cuento (1981) con La fértil agonía del amor; Premio Nacional de Novela (1990) con Materia prima; Premio Nacional de Novela (1992) con Ritos de Cabaret; Premio Nacional de Literatura (1996) y Premio Feria Nacional del Libro (1997) con Trujillo, Villa Francisca y otros fantasmas. Parte de su obra narrativa y ensayística ha sido traducida al inglés, italiano, francés y alemán. Es uno de los escritores dominicanos contemporáneos más prolífico y más difundido nacional e internacionalmente.

Obras publicadas

Literarias:  El sol y las cosas (1957), El buen ladrón (1960), Creonte y seis relatos (1961), Intus (1962), El prófugo (1962), Judas – El buen ladrón (1962), La vida no tiene nombre (1965), Los ángeles de hueso (1966), Cultura, teatro y relatos en Santo Domingo (1969), De abril en adelante (1975), Sobre cultura dominicana (1977), De dónde vino la gente (1978), Sobre cultura y política cultural en la República Dominicana (1980), La biografía difusa de Sombra Castañeda (1981), La palabra reunida (1981), Novelas cortas (1981), La fértil agonía del amor (1981), Apearse de la máscara (1986), Florbella (1986), Cuentos, recuentos y casicuentos (1986), Poemas en ciernes y Retorno a la palabra (1986), Materia prima (1990), Ritos de cabaret (1992), El Jefe iba descalzo (1993), Trujillo, Villa Francisca y otros fantasmas (1996). El hombre del acordeón (2003), La mosca soldado (2004).

Antropológicas y científicas:  Arqueología prehistórica de Santo Domingo (1972), El precerámico de Santo Domingo, nuevos lugares y su posible relación con otros puntos del área antillana (en colaboración con Elpidio Ortega, 1973), Esquema para una revisión de nomenclaturas arqueológicas del poblamiento precerámico de las Antillas (en colaboración con Plinio Pina y Manuel García Arévalo, 1974), El Caimito: un antiguo complejo ceramista de las Antillas Mayores (en colaboración con Elpidio Ortega y Plinio Pina, 1974), Cayo Cofresí, un sitio precerámico de Puerto Rico (obra conjunta, 1975), Arqueología de Yuma, República Dominicana (en colaboración con Mario Sanoja, Iraida Vargas y Fernando Luna Calderón, 1976), Medio ambiente y adaptación humana en la prehistoria de Santo Domingo, 2 vols. (1975 – 1976), Arqueología de Cueva de Berna (obra conjunta, 1977), Arqueología de Punta Garza (obra conjunta, 1977), Arte indígena y economía en Santo Domingo (1977), Pipas indígenas de Santo Domingo y Puerto Rico (1978), Investigaciones arqueológicas en la provincia de Pedernales (obra conjunta, 1979), Las sociedades arcaicas de Santo Domingo (1980), Vida y cultura en la prehistoria de Santo Domingo (1980), Los modos de vida mellacoides (en colaboración con Elpidio Ortega y Angel Caba, 1981), La arqueología de la vida cotidiana (1981), Estudio arqueológico del poblado circular precolombino de Juan Pedro (en colaboración con Elpidio Ortega, 1986), Panorama histórico del Caribe precolombino (1990), La fundación de la villa de Santo Domingo (en colaboración con Elpidio Ortega, 1991) y La Española antes de Colón (1993).

Por todos estos méritos literarios y culturales, se le dedica la IXFeria Internacional del Libro Santo Domingo 2006[1].

 

La herencia

Durante años estuve mirándolo. Tenía el don de imitar mis gestos. Movía los labios tan lentamente como yo; pensábamos del mismo modo. Llegué a convencerme de que éramos gemelos y de que no fuimos siameses por puro milagro… Ayer mi madre me dio la desagradable noticia: el gato de la casa había roto el enorme espejo herencia de mi abuela.

Marcio Veloz Maggiolo
No. 39, Noviembre – Diciembre 1969
Tomo VII – Año V
Pág. 49