Cuento corto y largo

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El volcán de Colima hizo erupción allá por 1913; y mi padre, ya casado pero aún sin hijos, iba canturreando por las laderas de su ingenio azucarero, San Marcos, sintió el temblor de tierra y las sacudidas.

La tierra vomitó fuego. Mi padre vio bajar el torrente de lava a gran velocidad, y por más que apuraba al caballo, la lava se acercaba como víbora peligrosa.

Mi padre era flaco, pero muy ágil, y logró saltar desde su caballo y asirse a las ramas de un árbol. Y ya colgado miró pasar la lava. Naturalmente, el caballo fue arrastrado entre relinchos por aquella piedra líquida que escupía el volcán

Enrique Corcuera
No. 143-145, Abril-Diciembre 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 120