El animal favorito del señor K

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Cuando se le preguntó cuál era el animal que más le gustaba, el señor K, respondió que el elefante. Y dio las siguientes razones: el elefante reúne la astucia y la fuerza. La suya no es la penosa astucia que basta para eludir una persecución o para obtener una comida, sino la astucia que dispone la fuerza para grandes empresas. Por donde pasa este animal queda una amplia huella. Además, tiene buen carácter, sabe entender la broma. Es un buen amigo, pero también es un buen enemigo. Es muy grande y muy pesado, y, sin embargo, es muy rápido. Su trompa lleva a ese cuerpo enorme los alimentos más pequeños, hasta nueces. Sus orejas son adaptables: sólo oye lo que quiere oír. Alcanza también una edad muy avanzada. Es sociable, y no sólo con los elefantes. En todas partes se le ama y se le teme. Una cierta comicidad hace hasta que se le adore. Tiene una piel muy gruesa; contra ella se quiebra cualquier cuchillo, pero su natural es tierno. Puede ponerse triste. Puede ponerse iracundo. Le gusta bailar. Muere en la espesura. Ama a los niños y a otros animalitos pequeños. Es gris y sólo llama la atención por su masa. No es comestible. Es buen trabajador. Le gusta beber y se pone alegre. Hace algo por el arte: proporciona el marfil.

Bertolt Brecht
No. 33, Noviembre – 1968
Tomo V – Año VI
Pág. 34

El señor K


El señor K. hablaba sobre el vicio de soportar en silencio la injusticia, y relató la siguiente historia:

“Un transeúnte preguntó a un niño que lloraba amargamente cuál era la causa de su congoja.

“—Había reunido dos monedas para ir al cine, pero vino un muchacho y me quitó una —dijo el niño, señalando a un muchacho que estaba a cierta distancia.

—“¿Y no pediste ayuda? —preguntó el hombre.

“—Claro que sí.

“Los sollozos del niño se hicieron más angustiosos.

“—¿Y nadie te oyó? —siguió preguntando el hombre,— mientras lo acariciaba tiernamente.

—“No —sollozó el niño.

“—¿No puedes gritar con más fuerza? —preguntó el hombre— En ese caso dame la otra moneda.

“Y quitándole la última moneda de la mano, siguió su camino”.

Bertolt Brecht
No. 34, Marzo 1969
Tomo VI – Año IV
Pág. 185

Éxito


Al ver pasar a una actriz, el señor K. comentó:

—Es hermosa.

Su acompañante dijo:

—Ha tenido éxito últimamente gracias a su belleza.

—Es hermosa gracias a que ha tenido éxito —replicó, irritado, el señor K.

Bertolt Brecht
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 661

Bertolt Brecht

Bertolt Brecht (Alemania, 1898 – 1956) fue dramaturgo, ensayista y poeta, creador del teatro épico. Nació en Augsburg. En 1922 le fue concedido el codiciado Premio Kleist. En 1933 tuvo que huir de Alemania, a causa de su oposición al nazismo. En Rusia, con Lion Feutchwagner y Willi Bredel, editó la revista antinazi Das Wort. En 1941 marchó a los Estados Unidos. Obras: Trommeln in der Stüde; Vatermord; Ostpolzug; Dreigroschenoper; Leben Eduard des Zweiten von England; Mann ist Mann; Die Heilige Johanna der Schlachthöfe; Dreigroschernroman; Mother; Hauspostille; Lieder, Gedichte und Chöre; Svendborger Gedichte, etc.[1]


[1] Sainz de Robles, F. C., Ensayo de un Diccionario de la Literatura III. Madrid, Aguilar, 1972.

Servicios entre amigos


Para dar un ejemplo lo más elocuente posible de cómo prestar un buen servicio a un amigo, el señor K. relató la siguiente historia: “Tres muchachos fueron a consultar su caso a un viejo árabe:

—Nuestro padre ha muerto —le dijeron—. Nos ha dejado diecisiete camellos y ha dispuesto en su testamento que el mayor se quede con la mitad; el segundo, con un tercio, y el menor, con un noveno del total de camellos. Ahora, sin embargo, no podemos ponernos de acuerdo sobre la división. ¡Decide tú por nosotros!

El árabe meditó y luego dijo:

—Por lo que veo, para poder dividir bien, os falta un camello. Yo no tengo más que un camello, pero está a vuestra disposición. Tomadlo, haced la división y traedme lo que os sobre.

Agradecieron los jóvenes el servicio prestado y se llevaron el camello. Entonces dividieron los dieciocho camellos que había en total de tal modo que al mayor le correspondieron nueve, es decir, la mitad; al segundo, seis, es decir, el equivalente de un tercio, y al tercero, dos: la novena parte según lo dispuesto. Cuando cada uno hubo retirado su parte, se encontraron con que sobraba un camello. Con renovada gratitud devolvieron los tres hermanos el animal a su anciano amigo”.

El señor K. calificó aquel acto de auténtico servicio entre amigos, puesto que no había exigido ningún sacrificio especial.

Bertolt Brecht
No. 85, Enero-Febrero 1981
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 549