Letras muertas

La tarde es parda y la calle empinada. Ella escucha que la llaman: un mozalbete corre cuesta arriba, ella lo reconoce y se tensa. Jadeante, él le da alcance. Ella apenas domina el sobresalto cuando ve, junto a su cara. La carta que él le entregara. La intuición le grita que es una carta de amor. Una carta de amor de ese muchacho que le gusta tanto, en cuanto puede creerlo. Casi la arrebata, la desdobla con prisa, sus ojos corren por lo negros garabatos mientras un indiscreto rubor le golpea las mejillas y una turbación —mezcla de júbilo y de susto— le estremece las manos.

El muchacho observa estos cambios, temeroso quizás a la negativa, corre calle abajo mientras grita: ¡Piénsalo… lee la carta completa; mañana me contestas!

Ella, al verse sola, tiembla sacudida por el llanto. Nunca había sentido así, de golpe, tanta angustia, alternada a la vergüenza de ser analfabeta.

Queta Navagómez
No. 143-145, Abril-Diciembre 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 35

Las mil y una noches

Leí de nuevo las instrucciones para comprobar que las sabía de memoria: “Es usted el feliz poseedor de una lámpara maravillosa. Para accionarla necesita concentrarse hasta que mentalmente pueda ver el desierto del Sahara y algún oasis. Para cuando llegue a ese punto, frote la lámpara y cuente hasta el número quince: entonces aparecerá el genio”. Más abajo y con letras pequeñitas: “Advertencia: por lo regular los genios son marrulleros; cuando un deseo es difícil de realizar, regresan a su escondite sin cumplir nada. Esta lámpara sólo puede ser usada una vez, por lo que le recordamos que dispone usted de tres décimas de segundo para enganchar la cadena adjunta a la tapa de la lámpara, de esa forma el genio no podrá escapar”.

Cronómetro en mano practique el enganchamiento de cadena. Respecto al deseo, vacilaba entre pedir un cuerpo al estilo Diana Cazadora, para dejar de ser la gordis de la clínica, o sacarme la lotería, o encontrar el marido ideal. Como el dinero consigue todo, me decidí por la lotería.

Logré concentrarme: vi las arenas del desierto y el oasis; froté, conté hasta quince y apareció el genio.

¡Pero qué genio!… Estaba formidable: como de uno ochenta de estatura, ojos claros y agresivos de gato en acecho, cabello negrísimo, piel bronceada, cuello ancho, pectorales estupendos. En sus muslos firmes podía estudiarse miología: cuadríceps, sartorio y fascia lata resultaban primorosos.

—Tus deseos son órdenes —dijo con voz resonante.

Hasta entonces reaccioné; olvidé la lotería, el marido, el cuerpazo…

—Pues… verás… el que estés aquí me remite al cuento de las mil y una noches y… ahora que lo pienso… sería maravilloso que tú… que yo… las mil y una noches…

El genio me adivinó la intención. Cuando iba a entrar a la lámpara, enganche la cadenita.

Hoy… al concluir la placentera noche número ochocientas cuarenta y siete, certifico que los genios de las lámparas maravillosas —aún exhaustos— cumplen los deseos a las mil maravillas.

Queta Navagómez
No. 128, Enero-Marzo 1995
Tomo XXIV – Año XXXI
Pág. 217

Compañero de cuarto

Venía todas las noches a las once. Entraba fatigado y transparente, arrastrando cadenas y se detenía en una esquina de mi cuarto, mientras miraba fijo hacia mi cama.

Su insistencia me conmovió. Venciendo mi temor me acerqué, lo tomé de su brazo y, con gesto diligente, lo recosté en mi cama, cobijándolo.

Durante el mes que durmió a sus anchas, mejoró muchísimo… Mientras yo, resignada pasaba fríos en el sofá.

Desde que le hablé del pago compartido en la renta de mi departamento… no lo he vuelto a ver.

Enriqueta Nava Gómez
No. 114-115, Abril-Septiembre 1990
Tomo XIX – Año XXVII
Pág. 188

Las niñas

Las niñas te contemplan, te observan sin pestañear. Te recorren sin preámbulos. Expresan que te desean, se deleitan con tu apostura, se maravillan con tu vitalidad.

Incontrolables ya, las niñas se vuelven lascivas, impúdicas, procaces, voluptuosas…

Tú, desconcentrado, te sonrojas; escondes la mirada.

Estoy descubierto… ¡Que vergüenza! Tanto callar que me gustabas, para que ahora griten los deseos las destrampadas niñas de mis ojos.

Queta Navagómez
No. 127, Enero – Junio 1994
Tomo XXIII – Año XXX
Pág. 103

Desafío

La mujer aquella que iba sentada frente a mí se levantó con aires de princesa y con un meneo exagerado avanzó hacia las puertas de vagón. Cuando éstas se abrieron, taconeó por el andén acompañada de todas las miradas y mi envidia más rastrera.

Lo primero que hice al llegar a mi departamento, fue pararme frente al espejo y entender porqué yo pasaba inadvertida: ropa de mal gusto, abdomen abultado, llantitas indiscretas, busto fláccido… en fin, un balance nada favorable.

Me dio lástima mi cuerpo maltratado; a manera de restitución le prometí que, sin importar sacrificios, dentro de dos meses las miradas de todos los hombres resbalarían sobre él.

Me inscribí en los aeróbicos, al ritmo de la música pegué de brincos, pujé, sudé, como caballo y fortalecí los músculos abdominales hasta que el plazo de cumplió.

Hoy es el día… Mi cabellera, negra y ondulada, cae sobre la espalda, el maquillaje es impecable, las zapatillas moldean y alargan mis bronceadas piernas y un hermoso medallón me adorna el pecho.

Decidida, abro la puerta y salgo al pasillo taconeando con ritmo, procuro dar a las caderas un movimiento basculado e incitante y logro los primeros resultados; la del ocho se queda boquiabierta. El portero me mira incrédulo mientras salgo para recibir el sol de media tarde. Siento sobre mi cuerpo miradas codiciosas y me envanezco. No he llegado a la esquina cuando escucho el chirriar de los frenos y el golpe: de seguro dos tontos que el mirarme olvidaron que iban conduciendo.

Es increíble lo que puede lograr una mujer desnuda a media calle.

Queta Navagómez
No. 127, Enero – Junio 1994
Tomo XXIII – Año XXX
Pág. 44

Sin palabras

Te confieso que ansiaba este momento; este delicioso momento en que puedo sentir lo tierno de tus ojos, recorrer con mi lengua tu barbilla, palpar la consistencia de tu cuello y los músculos duros de tu espalda, en que puedo lamerte orejas y mejillas y morder con avidez lo carnoso de tu boca, esa boca espléndida que hoy se rinde a mis antojos.

Cuántas noches sin sueño por esta ansia febril y de pronto la delicia de tenerte así: a mi disposición, en este hermoso acto de canibalismo, con tu carne vuelta hebra entre mis dientes, mientras reconozco que tu sabor supera todas mis fantasías.

Queta Navagómez
No. 119-120, Julio-Diciembre 1991
Tomo XX – Año XXVIII
Pág. 405

Queta Navagómez

Queta Navagómez

Nací en Bellavista, Nayarit, México. Soy  licenciada en Educación Física, además, fui atleta de alto rendimiento y tuve la oportunidad de representar a México en competencias internacionales, tuve por algún tiempo los records nacional y mexicano en carreras de 800 y1500 metros.

Desde 1990 empecé a escribir cuentos, luego asistí a talleres literarios donde tuve la suerte de tener como maestros a Guillermo Samperio y Edmundo Valadés. En poesía empecé a formarme con Enriqueta Ochoa, Jorge de la Luz y Antonio del Toro. Continué en talleres literarios porque considero imprescindible la relación escritor-lector. Graciela Serna, Ricardo Bernal Y Alberto Chimal fueron mis nuevos maestros y de ellos aprendí la disciplina para escribir. En poesía me integré al taller del maestro Óscar Wong.

En 1995, obtuve el primer lugar del II Certamen Literario dela Revista Marie Claire, que significó un viaje a París del que regresé motivada para seguir escribiendo. También gane el Premio Nacional  de Cuento “Álica de Nayarit” 1995 y después el Premio Nacional Bienal de Poesía “Alí Chumacero” 2003-2004, además de diversos premios literarios.

En 2005 concluí el Diplomado en Creación Literaria, en la Escuela de Escritores,de la Sociedad Generalde Escritores de México (SOGEM) donde excelentes maestros se encargaron de abrir mis horizontes creativos.

El cuento es un género que me apasiona, ya que me permite crear momentos significativos para mis personajes y es en el que mejor me desenvuelvo. Leo mucha poesía, exploro nuevas formas de expresión y sé que algún día voy a consolidarme como poeta. Me mueve mucho la gente y sus situaciones aunque también exploro en lo fantástico.

Duré cerca de diez años leyendo y recabando información sobre huicholes, luego conviví un poco con ellos y de esa experiencia surgieron un libro de cuentos, una novela y un poemario en que trato sobre la magia de sus ritos y mitos que han sobrevivido casi puros hasta nuestros días[1].

Queta Navagómez

Nació en Bellavista, Nayarit, México. Es licenciada en Educación Física. Representó a México a nivel internacional en carreras de 800 y 1500 metros. Escribe cuento, poesía y novela.

*Ganadora del II Certamen Literario de la revista Marie Claire 1995.
*Premio Nacional de Cuento “Álica de Nayarit” 1995.
*Premio Nacional Bienal de Poesía “Alí Chumacero” 2003-2004.
*Premio Nacional de Cuentos Campiranos, U. A Chapingo 2007.
*Premio Nacional de Novela “José Rubén Romero”, Bellas Artes 2008.
*Primer lugar nacional del VIII Concurso de Poesía del Pitic, 2009.
Además de diversos premios literarios en la República Mexicana.

En su cuento huichol “Purificación” está basado el cortometraje “La voz de las cigarras”, de Sergio Tovar Velarde, que ganó una Diosa de Plata en 2006. Concluyó el Diplomado en Creación Literaria, en la Escuela de Escritores, de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) Generación XXXV. Socia de la Revista Club “La luma del Ganso”

Tiene publicados:
Aquí no ha terminado, cuentos brevísimos, Editorial La tinta de Alcatraz, Toluca, Estado de México 1993.
Fantasmas de Ciudad, poesía, Editorial Tintanueva, México 1999
Piel de Niño, cuentos, Editorial de la Universidad Pedagógica Nacional, México 2000
Hizo la antología de Cien cuentos brevísimos de Latinoamérica,
Cuadernos Politécnicos de Difusión Cultural, serie Nuestra Palabra, número 17, México 2000
En busca de un alma, (cuentos huicholes), Editorial EDAMEX, México 2001
Tukari Temai el Hacedor de Lluvias, (novela huichola), Editorial Libros para Todos, EDAMEX, México 2002
Destiempo, sonetos. Editorial Tintanueva, colección Oscura Palabra, num. 30, México 2004.
De mujer la hoguera, cuentos, Linajes Editores, Tlanepantla, Estado de México, enero 2006.
Canto para desplegar las alas, poesía, Tintanueva Ediciones, México, abril del 2006.
Hadas ebrias, cuentos mínimos, Editorial UNAM, FES Zaragoza, México 2006.
Balón y Astillas, antología, cuento. Departamento de Publicaciones de la Universidad Autónoma de Chapingo, Estado de México, 2008.
Raíces de mangle, poesía, Instituto Municipal de Cultura y Arte de Hermosillo, y Ayuntamiento de Hermosillo, Sonora.
El tigre del Nayar, novela histórica, coedición Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, de Nayarit, Universidad Autónoma de Nayarit, Gobierno del Estado de Michoacán y Editorial JUS, México, 2010.
Huichol, la rebelión del Máscara de Oro, novela histórica, Ediciones b, México 2010.

Además de haber sido incluida en varias antologías de cuento y poesía en México, Argentina, Estados Unidos y Perú.

Ha tomado talleres de poesía con Enriqueta Ochoa, Jorge de la Luz, Ileana Godoy, Antonio Deltoro, Carmen Alardín y Óscar Wong. En narrativa ha participado en talleres con Guillermo Samperio, Edmundo Valadés, Graciela Serna, Ricardo Bernal, Alberto Chimal, Mario González Suárez, Bertha Couvert Rojas y Rodolfo JM..


Crónica del 2080

Dio cuerda a diminutos murciélagos que revolotearon en la reducida cocina de su departamento en condominio, y los contempló arrobada. Cuando los animalillos cayeron al suelo, despertó del sueño. Introdujo la poción mágica en el horno de microondas, aventó al sofá su negro gato de peluche mientras maldecía el reglamento que prohibía los animales domésticos, se colocó la máscara antigases, y en su flamante aspiradora salió a dar su acostumbrado paseo por la ciudad, en esa hermosa noche de luna llena.

Enriqueta Navagómez
No. 116, Octubre – Diciembre 1990
Tomo XIX – Año XXVII
Pág. 313

Condiciones

Echó mano a toda clase de argucias para convencerla de que viviera con él. Ella lo pensó nuevamente y al fin aceptó, pero dejando muy claras sus condiciones
Quiero —le dijo— una casa alegre y soleada, con un cuarto de baño y una tina espaciosa y cómoda. Además, en el patio quiero tener 3 albercas: una muy profunda, ya sabes como me gusta bucear; otra poblada con peces de colores con los que pueda jugar y una más con grandes piedras en el centro, donde al asolearme, pueda sentarme y cantar.
Él aceptó gustoso todas las condiciones. Como respuesta, la linda sirena le tendió los brazos.

Enriqueta Nava Gómez
No. 111-112, Julio-Diciembre 1989
Tomo XVII – Año XXVI
Pág. 613

Deseos

 

Subo al camión, me siento junto a ti al descuido y capto tu mirada fija en mis muslos, escudriñando formas.

Veo tu mano que avanza como araña hacia mi piel: buscas, intentas, pretendes, te acercas; confías. Mientras yo, agazapada en mi asiento, espero, quiero, deseo, ansío que me toques…para soltarte una sonora bofetada.

Enriqueta Nava Gómez
No. 111-112, Julio-Diciembre 1989
Tomo XVII – Año XXVI
Pág. 587