Stefan Zweig

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Stefan Zweig

(Viena, 1881 – Petrópolis, Brasil, 1942)

Escritor austríaco. Miembro de una acomodada familia judía, inició su carrera literaria traduciendo a Ch. Baudelaire y a E. Verhaeren.

Ante la I Guerra Mundial, abrazó el pacifismo y estrechó lazos de amistad con R. Rolland. Se instaló en Salzburgo (1918) y, tras huir de Austria en 1934, se refugió en Londres. La hegemonía alcanzada por las fuerzas hitlerianas en Europa le llevó a quitarse la vida junto con su mujer durante un viaje a Brasil.

En 1924 se publicaron sus poesías reunidas, marcadas por el influjo de Rilke y Verhaeren. Compuso obras teatrales, como Tersites (1907), La casa junto al mar (1911), Jeremías (1917) y La oveja del pobre (1939). Escribió asimismo novelas y narraciones: Primera experiencia (1911), Amok (1923), Confusión de sentimientos (1926) -conjunto formado por tres relatos largos, el más conocido de los cuales es Veinticuatro horas de la vida de una mujer, publicado primero en inglés-, Impaciencia del corazón (1938).

Su obra incluye también historias noveladas (Erasmo de Rotterdam, 1934; María Estuardo, 1935; Américo Vespuccio, 1942), y una serie de ensayos históricos y literarios, que constituyen sus obras más populares: Verlaine (1905), Verhaeren (1910), Romain Rolland (1920), Tres maestros (Balzac, Dickens, Dostoievski) (1920), La lucha contra el demonio (1925) y La curación por el espíritu (1931)[1].

 

 

[1] http://www.biografiasyvidas.com/biografia/z/zweig.htm

Descubrimiento

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En aquella isla, dicen, viven hombres que no son mayores de un palmo, pero cuyas orejas son largas como ellos mismos, y cuando duermen una les sirve de colchón y la otra de frazada. En aquel otro islote, en cambio, sólo viven mujeres y a ningún hombre le es permitido pisarlo. Y, no obstante, aquellas mujeres quedan embarazadas, lo cual es obra del viento. Todos los niños que dichas mujeres dan a luz son muertos invariablemente y sólo dejan vivir y crían a las niñas.

Stefan Zweig, Magallanes
No. 133, Abril-diciembre 1996
Tomo XXVIII – Año XXXII
Pág. 146