Las vías de tranvía abandonadas no mueren donde las cubre el asfalto, y hay quienes toman esas vías y las siguen bajo tierra hasta los territorios grises de la nostalgia de donde sólo se emerge convertido en murciélago. Los murciélagos que han empezado siendo seres humanos que siguieron las vías del tranvía ahora señalan su paso con un campanilleo muy particular y quienes lo oyen se ven obligados a su vez a honrar a los tranvías. No siempre el camino es el mismo. Los hay que honran los tranvías volviéndose amarillos como con ictericia y hay otros a quienes les crece un troley y se electrizan de a ratos. Nadie se ha dado cuenta de este fenómeno salvo los interesados que se acaban de presentar ante la UTA solicitando la personería jurídica para fundar un nuevo gremio. La UTA se encuentra en un serio dilema: tranvías eran los de antes y no estos que andan con los cables pelados.
Luisa Valenzuela
No. 69, Abril – Junio 1975
Tomo XI – Año XI
Pág. 326