Beatriz García Marañón

 

Beatriz García Marañon

Beatriz García Marañón

Nació en México, D. F. es licenciada en Pedagogía. Ha sido profesora de francés por más de diez años en la Alianza Francesa y la facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, entre otros. Ha colaborado en proyectos de Educación Popular y también ha trabajado en investigación pedagógica en instituciones como el Colegio de México y el CREFAL. Estudió en la escuela de escritores de la Sociedad General de Escritores de México. Ha participado en talleres literarios impartidos por Guillermo Samperio, Ana Luisa Puga, Aline Petterson, Bertha Hiriart, Marcela Guijosa… Ha escrito guiones de video y audiovisual para Yluia-Nic, Producciones Trabuco, Ave Educadores… Fue elaborada de la Revista Quehacer de Maestra del Sindicato de Maestros, del suplemento Lectura del periódico El Nacional y Excelsior. Ha sido colaboradora con artículos de género en el suplemento feminista XX. Ha publicado cuentos en las revistas El Cuento, Blanco Móvil, así como en las revista Fempress. Ha publicado textos en ediciones colectivas en los libros Ciudadanos de Ficticia (2001), Como les fue la feria (2000), Abriendo brecha (2005); e individualmente el volumen de cuentos El testigo (2000) y la biografía Un corazón de empresario (2007). Desde 1996 se dedica a impartir talleres en instituciones como el Centro de Desarrollo y Comunicación, el diplomado Leer y Escribir, la Delegación Iztacalco, el ISSSTE, CONALEP y la Fundación México Unido. Tiene un taller de cuento y escritura creativa en la página de Internet de todamujer.com[1].

[1] http://www.procura.org.mx/CVs/Beatriz_garcia.pdf

Sacrificio

136-137 top

Quise entender por qué mi madre era la única mujer que lloraba. La miraba y quería que nuestras miradas se cruzaran, pero era inútil, ella sólo veía el piso.

Me despertó al amanecer, me levantó y más que restregarme me acarició y me puso mi tilmatli tiesa de las orillas, blanca como sólo ella sabía dejarla.

Caminamos mucho hasta el templo, todavía no salía el sol pero las antorchas iluminaban todo.

No entendía por qué me llevan a la gran pirámide, ni por qué tenía que beber el agua amarga que me ofrecía un hombre sucio con ojos de nahual y que me daba ganas de dormir. Vi a mi madre que lloraba fuerte, quise correr hacia ella pero el teopixque me agarraba con más fuerzas y entonces sí me puse a llorar porque me dolían los brazos y porque ya no me dejaban levantar  de esa piedra tibia y dura donde me acostaron.

Beatriz García Marañón
Número 136 – 137, julio-diciembre 1997
Tomo XXIX – Año XXXIII
Pág. 87