Resquicio

Alcira me dijo ayer que nada es trágico en la vida y que todo son suposiciones mías. Y, bueno, yo como siempre, por ese no querer contradecirle o molestarla le contesté que sí claro amor, son ideas mías; después que me hablas, pues, me parece que pienso como un tonto.

Sin embargo desde aquí se me hace que siempre ha habido algo de verdad en lo que pienso y olfateo. Y me digo: necio de ti, confiado de ti. Pero creo en mi mujer. ¡Vaya sí creo! En fin, no se Alcira. Esta tarde no sé por qué, lo que leímos en ese cuarto clandestino tiene otra sombra como de distancias quebradas cuando me encuentro frente a estos cuatro ojos embriagados que sostienen dos frágiles pistolas ante mi cabeza erguida.

Y claro que recuerdo, pero no lo que quieren sacarme patada tras patada. Por que ¿quién dijo que debíamos hacerlo, aunque estés en esa oscura habitación de al lado con los senos como carbones encendidos, y yo aquí con este boquete entre los ojos por donde ya ni siento que se deja colgar la vida?

Ramón Oviero
No 45, Septiembre-Octubre 1970
Tomo VII – Año VII
Pág. 733

Ramón Oviero


Ramón Oviero
Poeta, patriota y luchador revolucionario, su nombre fue José Iván Romero Jaén, más conocido por su seudónimo Ramón Oviero, publicó muchas de sus obras en México, donde estuvo exiliado.
Oviero nació en la ciudad de Panamá el 29 de octubre de 1938 y ganó, en la categoría Poesía, el Premio Literario Ricardo Miró, el máximo galardón cultural panameño, en 1961 y 1977. Trabajó como consultor de la UNESCO, se desempeñó como periodista en Panamá y México y fue integrante, junto al asesinado Floyd Britton, del Movimiento de Unidad Revolucionaria (MUR) de Panamá.
Participó de las acciones armadas contra el golpe militar del general Omar Torrijos (1968) que derrocó al presidente Arnulfo Arias, y fue miembro del Movimiento de Liberación Nacional 29 de Noviembre (MLN-29, izquierda). En 1972 partió al exilio a México, donde compartió el destierro con la poeta Diana Morán y el historiador Herbert Nelson, entre otros intelectuales.
A su regreso a Panamá siguió apoyando las luchas populares y se dedicó a fomentar la cultura y promover a los artistas y valores de su país. Trabajó en el diario La Prensa, fue director de galerías de arte, becario de la Comunidad Latinoamericana de Escritores (México, 1977) y director de la Editorial Mariano Arosemena del Instituto Nacional de Cultura (Inac).
Publicó los poemarios Los golpes y las horas (1963), Tres cantos para la paz (1965 en Panamá y en México en 1971, con Dimas Lidio Pitty y José Manuel Bayard Lerma), Tú en una isla como una brasa ardiendo, (México, 1973); Aquí sobre esta tierra (México, 1973), Contrapartida (México, 1975), Las cartas sobre la mesa (1978), Ese tu candado ahogándose de Naves (1983), Inventariando (1985) y Décimas de viajes y otros del caminar (2002), entre otras.
También publicó Panamá: su patrimonio cultural (1993), en colaboración con Héctor Rodríguez, Para sentir la pintura (1994), Hablemos de pintura (entrevistas a pintores, 2000) y Ese tu candado ahogándose en llaves (2005).

Science

Claro que el Dr. Van Deerlin no había pensado en ello ciertamente; pero después de repasar ciertas fases de su experimento en aquellos momentos de lucidez límbica que tenía (…además de las áreas de asociación ya conocidas en la base del cerebro, he llegado a ubicar otras que dadas sus reacciones, ostentan características excitadoras e inhibidoras. Al aplicar por ejemplo un electrodo —conectado a una corriente eléctrica “X” y a un creador de reflejos “Y”— sobre una de esas áreas y trasmitiéndole un impulso primario cualquiera, el sujeto ejecutará la acción inducida a una velocidad asombrosa hasta tanto sea interrumpida la señal. Se nota además que durante el tiempo que dura la excitabilidad, el sujeto experimenta una sensación de sumo agrado, sin recordar luego la acción refleja. Sin embargo, si aplicamos el mismo…) creyó vislumbrar algo conocido y temido, más no supo con certeza de que se trataba.

Ese día, el Dr. Van Deerlin, una vez más con la mirada extraviada y dulce de siempre, tomó el bisturí y comenzó la operación tantas veces repetida. Cerca, en las galerías del anfiteatro, integrantes de la “SOCIEDAD COMPROMETIDA INTER ESTELAR NEO CAPITALISTA EXCLUSIVA (SCIENCE)” se felicitaron mutuamente al tener frente a ellos, al primer y billonésimo hombre-máquina del siglo XXI en el primer año de producción masiva.

Ramón Oviero
No. 40, Enero-Febrero 1970
Tomo VII – Año V
Pág. 143

De una traición

No fue sino muchos años después, al hojear en su amplia oficina aquel periódico amarillo (te has empeñado en esconderlo, en soslayarlo, relegándolo a un olvidado cajón, pero siempre cerca de ti) que sintió ese peso grave y sofocante que deja la culpabilidad muchas veces rechazada. Trató de ignorar los recuerdos pero tuvo la certeza de que era terriblemente inútil. Cuando el cañón de la pistola (sabes y recuerdas cómo te la entregó Eduardo cruzado el pecho por balas enemigas) le rozó la sien derecha, quiso convencerse de su serenidad. Luego del disparo, sin embargo, el rostro familiar y respetado se le fue haciendo más obsesionante, cada vez más obsesionante…
Ramón Oviero
No. 40, Enero-Febrero 1970
Tomo VII – Año V
Pág. 143