Después del concierto

Cuando terminó el concierto, estaba exhausta, pero satisfecha. Había sido otro éxito más. Después del intenso goce, sobrevenía como siempre aquella íntima desazón, aquella intensa amargura, pero como siempre también, acababa por resignarse. De cualquier modo, era imposible que alguien creyera que ese director era sólo un simple instrumento de ella, la genial batuta.

Ernesto Valdés O.
No. 40, Enero-Febrero 1970
Tomo VII – Año V
Pág. 198