Cuatro minificiones

1.- Esa mañana se despertó feliz… estaba seguro de alcanzar todo aquello que se propusiera… No había nadie que se pusiera en su contra… Sólo que él no sabía que esa era una isla desierta…

2.- Ya no sería negro. Ese era su deseo. Se paró en la oscuridad y se fue a vivir a un sueño.

3.- No podía creer lo que sus ojos veían: todos eran amigos y amantes. No existían problemas ni barreras sociales. Negros y blancos se tomaban de la mano. Tampoco faltaban banqueros y vagabundos jugando a las cartas.

Solamente comprendió todo al salir de ese lugar llamado “Manicomio Municipal”.

4.- Yo le pido a Dios cada día que Él te otorgue el doble de lo mismo que tú deseas para mí.

Rubén Hinzpeter G.
No. 48, Septiembre 1971
Tomo VIII – Año VIII
Pág. 344