Hertz, el director de ópera

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Hertz obligaba a las cantantes, durante unos ensayos especiales de movimientos, a hacer su papel desnudas. Para estar completamente seguro de que la postura del cuerpo era correcta tenían que meterse en el orificio anal un lápiz. La dirección que el lápiz señalaba hacia abajo era una prolongación de la línea de la columna, de manera que el meticuloso director podía controlar el andar, el movimiento, los saltos y la postura del cuerpo de las cantantes con precisión científica.

Milan Kundera
No. 121-122, Enero-Julio 1992
Tomo XXI – Año XXVIII
Pág. 141

Milan Kundera

Milan Kundera 

Nació en Brno, Checoslovaquia, el 1 de abril de 1929. Su padre, el musicólogo y pianista Ludvík Kundera (1891-1971), era director de la academia de música. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Kundera se afilió al Partido Comunista, del que fue expulsado tras los sucesos de 1948. Tuvo que ganarse la vida con diversas ocupaciones, particularmente como pianista de jazz, instrumento que su padre le había enseñado a tocar a muy temprana edad. Aquel mismo año termina sus estudios secundarios y comienza a estudiar literatura y estética en la Universidad Carolina de Praga, pero después de dos semestres se pasa a la Facultad de Cine de la Academia de Praga, que finaliza en 1952. En 1956 se reintegró en el Partido Comunista del que fue expulsado definitivamente en 1970. Enseñó historia del cine en la Academia de Música y Arte dramatizado desde 1959 a 1969, y posteriormente en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Praga.

Su primera novela, La broma, fue traducida a doce idiomas y obtuvo en 1968 el Premio de la Unión de Escritores Checoslovacos. En 1968, a consecuencia de la invasión soviética a su país, sus obras se prohibieron y quedó desempleado.

En 1975 consiguió emigrar a Francia. Entre ese año y 1980, enseñó literatura comparada en la Universidad de Rennes, y más tarde en la École des Hautes Études de París.

La vida está en otra parte obtiene el Premio Médicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia durante el año de su aparición. Su siguiente novela, La despedida, obtuvo el Premio Mondello al mejor libro editado en Italia.

En 1981, el conjunto de la obra de Kundera mereció en Estados Unidos el Commonwealth Award, premio otorgado simultáneamente al conjunto de la obra dramática de Tennessee Williams. Ese año la publicación de El libro de la risa y el olvido le valió la revocación de su ciudadanía checa.

En 1982 recibió el Premio Europa-Literatura. En 1984 publicaría La insoportable levedad del ser, considerada como una de sus obras cumbres. Ya en 1985, sería galardonado con el Premio Jerusalén. Tres años más tarde La insoportable levedad del ser sería llevada al cine por el director Philip Kaufman, obteniendo un aceptable éxito.

A pesar de su militancia comunista en su juventud, Kundera se convirtió, desde el inicio de su actividad literaria, en un crítico mordaz del socialismo. A su vez, su principal obra, La insoportable levedad del ser, se ha convertido en una referencia importante a la hora de intentar comprender la disidencia vivida en Europa del Este durante la Guerra Fría.

En 2006 se publica por primera vez en su país La insoportable levedad del ser, 22 años después de que se editara en París, Francia.

En 2007 recibe el Premio Nacional Checo de Literatura de cuya entrega se ausenta aduciendo problemas de salud.

En el año 2010, es nombrado Duque de Amarcord por el Rey Xavier I (Javier Marías), convirtiéndose así en el primer escritor checo en obtener título nobiliario en el ficticio Reino de Redonda[1].

 

Ella lloraba en sueños


»Estaba enterrada. Hace ya tiempo. Venías a verme todas las semanas. Siempre golpeabas con los nudillos en la tumba y yo salía. Tenía los ojos llenos de tierra.

»Decías: “Así no puedes ver” y me quitabas la tierra de los ojos.

»Y yo te decía: “De todos modos no veo, si tengo agujeros en vez de ojos.

»Y un día te fuiste y no volviste durante mucho tiempo y yo sabía que estabas con otra mujer. Pasaban las semanas y tú no volvías. Tenía miedo de no verte y por eso no dormía nunca. Por fin volviste a llamar a la tumba, pero yo estaba tan cansada después de un mes sin dormir que no tenía fuerzas para salir a la superficie. Cuando lo conseguí, tú me miraste decepcionado. Me dijiste que tenía muy mal aspecto. Sentí que te desagradaba terriblemente, que tenía la cara hundida y hacía unos gestos muy bruscos.

»Te pedí disculpas: “No te enfades, no he dormido en todo el tiempo”.

»Y tu dijiste con voz falsa, tranquilizadora: “Ya vez. Tienes que descansar. Deberías tomarte un mes de vacaciones”.

»Y yo sabía perfectamente qué querías decir con lo de las vacaciones. Sabía que no querías verme en todo el mes porque estarías con otra mujer. Te fuiste y yo bajé a la tumba y sabía que pasaría otro mes sin dormir para estar despierta cuando vinieses y que, cuando llegases al cabo de un mes, estaría aún más fea que hoy y que tú estarías aún más decepcionado.

Milán Kundera
No. 118, Abril-Junio 1991
Tomo XX – Año XXVIII
Pág. 139