Obligaciones de la mujer

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Mishná. Estos son los trabajos que la mujer debe hacer para el marido: mocler, cocer el pan, blanquear la ropa, guisar, dar el pecho a su hijo, hacer la cama de su esposo y cardar la lana. Si tiene una criada, no está obligada ni a moler ni a cocer el pan, ni a blanquear la ropa. Si tiene dos criadas, tampoco está obligada a a guisar ni a dar pecho a su hijo. Si tiene tres, tampoco deberá hacer la cama ni cardar la lana. Si tiene cuatro, puede estarse sentada en un sillón, sin necesidad de hacer nada. R. Eliézer dice: aunque tuviera cien criadas a su disposición, el marido puede exigir que carde lana, ya que la ociosidad hace malos pensamientos.

El Talmud: Katuvot 59b.-V, 5
No. 1, Mayo 1964
Tomo I – Año I
Pág. 84

Recompensa

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Tres clases de personas no verán nunca el Infierno: los que han padecido las aflicciones de la pobreza, dolencias intestinales y la tiranía del gobierno romano. Algunos añaden: y el que tiene una mala esposa…

Eruvin, EL TALMUD
No. 10, Marzo-1965
Tomo II – Año I
Pág. 147

El Talmud

El Talmud

Es una obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias. El Talmud se caracteriza por preservar la multiplicidad de opiniones a través de un estilo de escritura asociativo, mayormente en forma de preguntas, producto de un proceso de escritura grupal, a veces contradictorio.

Más que de un único Talmud se puede hablar de dos: el Talmud de Jerusalén (Talmud Yerushalmí), que se redactó en la recién creada provincia romana llamada Philistea, y el Talmud de Babilonia (Talmud Bavlí), que fue redactado en la región de Babilonia. Ambos fueron redactados a lo largo de varios siglos por generaciones de rabinos de muchas academias rabínicas de la antigüedad.

El judaísmo considera al Talmud la tradición oral, mientras que la Torá (el Pentateuco) es considerada como tradición escrita. El Talmud extiende, explica y complementa al Tanaj, pero no puede, por definición, contradecir a la Torá. El paradigma de la halajá (‘ley judía’ en hebreo) subordina la autoridad del Talmud a la de la Torá.

El Talmud está dividido en dos partes, la Mishná y la Guemará.La Mishná a su vez esta formada por 6 órdenes (sedarim):

Existen dos Talmud: El de Jerusalén y el de Babilonia. El sistema de redacción del Talmud consiste en una serie de leyes basadas en la tradición oral de La Torá que fue redactada en un libro llamado (Mishná) a cuyos autores se les conoce como «Tanaim». Ésta es idéntica tanto en el Talmud de Jerusalén como en el Talmud de Babilonia. La Guemará son las discusiones de sabios conocidos como «Amoraim» que explican la Mishná, y sus explicaciones fueron escritas en arameo. En estas explicaciones está la diferencia entre el Talmud de Jerusalén y el de Babilonia, mas las dos llegan a la misma conclusión solo que por caminos distintos.

En cuestión temática el Talmud se divide en Halajá (textos de carácter legal) y Hagadá (parábolas e historias). La tradición oral del Pentateuco transmitida a Moisés está en su mayoría en el Talmud, es por eso que es un libro fundamental de estudio para la religión judía[1].

 

Historia de Joni


Dice R. Yohanán, durante toda su vida, este justo estuvo preocupado por el texto: cuando el Señor hizo regresar a Sión (a los cautivos), estábamos como aquél que sueña . Y se preguntaba: ¿acaso setenta años pasan como un sueño?.

Un día que Rabi Yohanán iba por un camino encontró a un viejo que estaba plantando un algarrobo, y le dijo: este árbol produce frutos al cabo de setenta años, ¿crees que vivirán lo suficiente para poderlos comer? El hombre le contestó: cuando era niño había en el mundo millares de algarrobos que mis antepasados plantaron para mí, del mismo modo los planto para mis descendientes. Acto seguido, Joni se sentó al pie de un árbol y se quedó dormido; a su alrededor se formó una cueva de manera que la gente no podía verle, y así durmió setenta años. Al despertar, vio que un hombre recogía los frutos del algarrobo aquel y los comía, y le preguntó: ¿sabes quién planto ese árbol? —Mi abuelo, —contestó. Y entonces Joni exclamó: pues sí, setenta años trascurren como un sueño.

El Talmud en (Taanit 23.a)
No. 73, Julio-Septiembre 1976
Tomo XI – Año XII
Pág. 765