Sí le diré a mis amigas las ratas que me construyan un túnel, pero lo peor es la sociedad porque si uno se muere lo meten en un cajón y que se pudra y la mujer llora y le pone cirios y misas y flores y cruces y lo mejor era quemar al muerto y así dejaba de existir en otras existencias no existía en la existencia del gusano y del mal olor pero si uno camina por el lado opuesto le echan la zancadilla y se tiran encima y le golpean en la cabeza y uno tiene que decir lo que no quería decir porque cuando es golpeado uno en la cabeza no sabe lo que dice y por eso los poetas son tan odiados porque caminan siempre al revés y no andan en línea recta y se meten en una circunferencia y no salen de ella aunque llueva y el carnicero de la esquina cree que no morirá nunca porque está muy gordo y ha ganado mucho dinero vendiendo carne y yo sé qué clase de carne vende porque un día le pregunté a mi novia qué clase de carne vendía y ella —la muy imbécil— me contestó que vendía carne de ternera, de vaca, de cerdo, y no, no era carne de ternera, el carnicero de la esquina vende carne de hombre muerto y mi novia no quiso salir más conmigo porque le dije la verdad, así que lo mejor es decirles a las ratas que me hagan un túnel en mi tumba y así podré salir y darle una sorpresa a la familia, pero si toco a la puerta se pueden morir todos del susto y yo no sé qué hacer con tanto muertos y tantas cajas y tantas lágrimas y tantas tumbas y tantas misas y tantos curas, así que es mejor no ir a casa después de muerto y decirles a las ratas que me hagan el túnel para salir a pasear por el cementerio a leer al Conde de Ducasse y luego volver al cajón a pudrirse como corresponde a un muerto bien educado.
Manuel Pacheco
No. 132, Enero – Marzo 1996
Tomo XXVI – Año XXXII
Pág. 92