Semana completa

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Yo he tenido mi semana completa y hoy no tengo nada porque después de mi semana completa no puedo tener nada y ellas quieren convencerme de lo contrario y lo contrario es la salud y la salud no existe, la salud es una palabra y ellos tratan de engañarme con sus análisis y reconocimientos y radiografías y quieren que les vuelva a decir lo que siento y yo no puedo hablar porque estoy muerto y ya dije que en mi semana completa tuve el lunes cirrosis y el martes hidropesía y el miércoles artritis y el jueves trombosis cerebral y el viernes ataque cardiaco y el sábado leucemia y el domingo ya no puedo tener nada porque estoy muerto y nadie puede curarme.

Manuel Pacheco
No. 132, Enero – Marzo 1996
Tomo XXVI – Año XXXII
Pág. 115

El tunel

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Sí le diré a mis amigas las ratas que me construyan un túnel, pero lo peor es la sociedad porque si uno se muere lo meten en un cajón y que se pudra y la mujer llora y le pone cirios y misas y flores y cruces y lo mejor era quemar al muerto y así dejaba de existir en otras existencias no existía en la existencia del gusano y del mal olor pero si uno camina por el lado opuesto le echan la zancadilla y se tiran encima y le golpean en la cabeza y uno tiene que decir lo que no quería decir porque cuando es golpeado uno en la cabeza no sabe lo que dice y por eso los poetas son tan odiados porque caminan siempre al revés y no andan en línea recta y se meten en una circunferencia y no salen de ella aunque llueva y el carnicero de la esquina cree que no morirá nunca porque está muy gordo y ha ganado mucho dinero vendiendo carne y yo sé qué clase de carne vende porque un día le pregunté a mi novia qué clase de carne vendía y ella —la muy imbécil— me contestó que vendía carne de ternera, de vaca, de cerdo, y no, no era carne de ternera, el carnicero de la esquina vende carne de hombre muerto y mi novia no quiso salir más conmigo porque le dije la verdad, así que lo mejor es decirles a las ratas que me hagan un túnel en mi tumba y así podré salir y darle una sorpresa a la familia, pero si toco a la puerta se pueden morir todos del susto y yo no sé qué hacer con tanto muertos y tantas cajas y tantas lágrimas y tantas tumbas y tantas misas y tantos curas, así que es mejor no ir a casa después de muerto y decirles a las ratas que me hagan el túnel para salir a pasear por el cementerio a leer al Conde de Ducasse y luego volver al cajón a pudrirse como corresponde a un muerto bien educado.

Manuel Pacheco
No. 132, Enero – Marzo 1996
Tomo XXVI – Año XXXII
Pág. 92

Las transformaciones

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Me nacieron. No quise nacer, pero me nacieron y me nacieron. V. en vez de H. y me clasificaron como a una mariposa, siempre las clasificaciones.
Yo era diferente y el hombre se había complicado la vida y quise alejarme del hombre porque quería ser feliz y con mi poder de adaptación dispuse de la tabla mágica de las transformaciones y me transformé en huevo y fui feliz en el culo de la gallina, y me transformé en humo y fui feliz dibujando estelas en el cielo y me transformé en lluvia y fui feliz mojando las ciudades y me transformé en pájaro y fui feliz cagando los sombreros de las señoras y los trajes de los señores y los coches y las mesas de las terrazas de los cafés y me transformé en cáncer y fui feliz comiéndome los pechos de lolita, pero llegó el día en que me cansaron las transformaciones y quise volver a mi estado primario y me transformé en hombre y al transformarme en hombre me volví loco.

Manuel Pacheco
No. 132, Enero – Marzo 1996
Tomo XXVI – Año XXXII
Pág. 73