Encuentro

Le redijo su ropa a jirones. Ella se encontraba paralizada por el miedo así que, la arrojó exánime sobre blanco lecho.

Al mirar aquel cuerpo, en sus pupilas se retrató el asombro: Nunca había visto una criatura con tan poco pelo.

Ella, temblando aún por el frío y el miedo, siguió, con asustados ojos, el rastro que el abominable pie dejó sobre la nieve.

Eduardo Mendoza
No. 87, 1981
Tomo XIII – Año XVII
Pág. 749

Primera variación sobre la máquina

Supongamos que la máquina perfecta fue creada indestructible, eterna. Con capacidad para alimentarse de cualesquier manifestación de la energía. Supongamos que por siglos ha soportado todos los cataclismos que sucedieron antes y después de la desaparición de la humanidad. Supongamos que el planeta tierra ya no existe, ni el sistema solar y que la máquina viaja porquinsabeque regiones del espacio.

Supongamos que por algún extraño hilo conductor decide trabajar nuevamente y el silencio sideral se ve interrumpido por extraños ruidos de teclas y engranajes; luego, la nada… hasta que una voz metálica comienza a atronar en el espacio:

—¡Hágase la luz! Y separemos la luz de las tinieblas y llamaremos a la luz, día y a las tinieblas, noche.

Eduardo Mendoza
No. 87, 1981
Tomo XIII – Año XVII
Pág. 735

La fuerza del amor


Finalmente, a los tres días, un médico, seguido de dos enfermeras, entró a su cuarto. Las vendas fueron cayendo una a una. Cerró los ojos. Una mano le acercó un espejo.

Poco a poco fue mirando su rostro reflejado. Bendijo al cirujano plástico y a las antipáticas enfermeras de la clínica.
Una voz preguntó:

—¿Qué le parece, Monsieur de Bergerac?

Cyrano no respondió, ahora sólo pensaba en Roxana, ahora sí, ahora sí Roxana sería suya.

Leo Mendoza
No 95, Noviembre-Diciembre 1985
Tomo XV – Año XXI
Pág. 35

Eduardo Mendoza

Leo Eduardo Mendoza

 Nació en Oaxaca de Juárez, Oaxaca, el 4 de julio de 1958. Narrador. Estudió lengua y literaturas hispánicas en la UNAMy cine en el CCC. Ha sido profesor en la UNAMy en la Universidadde Chapingo; coordinador de talleres literarios en la Delegación VenustianoCarranza; corrector de estilo en el Departamento de Publicaciones de la ENEP-Acatlány en la Editorial RM; coordinador de la sección cultural de El Universal; miembro del consejo de redacción de Textos de la UAS; jefe de redacción del noticiero “Hoy en la Cultura”; redactor, investigador y realizador del programa “Águila o Sol” de C-11. Colaborador de Bembé, Cantera Verde, Crítica, Crónica, El Día de los Jóvenes, El Universal, Galeras, La Gaceta del FCE, La Jornada Semanal, Opus 123, Papeles Celtas, Revista Mexicana de Cultura, Río Subterráneo, Textos de la UAC, Tierra Adentro, y Tinta Seca. Becario del FONCA, 1994; y del FOECA-Oaxaca, 1996. Premio Nacional de Ensayo del INJUVE 1973. Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 1988 por Relevos australianos. Premio de Cuento del VI Concurso Nacional Literario de la Sociedad de Escritores de Oaxaca 1994.[1]

Primera variación sobre la máquina

P´al Nacho

Supongamos que la máquina perfecta fue creada indestructible, eterna. Con capacidad para alimentarse de cualesquier manifestación de la energía. Supongamos que por siglos ha soportado los cataclismos que sucedieron antes y después de la desaparición de la humanidad. Supongamos que el planeta tierra ya no existe, ni el sistema solar y que la máquina viaja porquiensabeque regiones del espacio.

Supongamos que por algún extraño hilo conductor decide trabajar nuevamente y el silencio sideral se de interrumpido por extraños ruidos de teclas y engranajes; luego, la nada… hasta que una voz metálica comienza a atronar en el espacio:

—¡Hágase la luz! Y separemos la luz de las tinieblas y llamaremos a la luz, día y a las tinieblas, noche.—

Eduardo Mendoza
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 635