El domingo. Ella vio a Franz en una fiesta y comprendió en el acto que era el hombre que estaba destinada a amar. Franz ni siquiera la miró. Pero cuando se fue a dormir, soñó una deslumbrante noche de amor con él.
Impresionada, al día siguiente, contó el encuentro y el sueño a su mejor amiga, que era la novia de Tomás.
Impresionada también la novia de Tomás, esa noche del lunes soñó a su vez con el desconocido, gozando de su maravillosa imagen tal como Ella se la había trasmitido.
Más impresionada todavía, al despertarse llamó a Tomás, para contarle el encuentro de Ella con un hombre fabuloso, el sueño de Ella y su propio sueño inducido.
Esa tarde, Tomás se encontró con Franz. Le explicó, admirado y no poco celoso, como cierto sujeto extraordinario se había encontrado con Ella en una fiesta, el sueño de Ella y el escandaloso sueño de su propia novia.
En cuanto a Franz, se consideraba un hombre completamente desprovisto de atractivos para las mujeres. Quizá por eso soñó, esa noche del martes, que el desconocido personaje que se había originado esa cadena de sueños era nada menos que él mismo.
César Fernández Moreno
No. 76, Marzo-Abril 1977
Tomo XII – Año XII
Pág. 317