Colores

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Mig se levantó a las diez de la mañana. Cuando salió a la calle, los hombres tenían un tinte roséceo en la cara, y las mujeres verde pálido. Al andar, al hacer cosas, si hablaban, producían sonidos molestos, dolores concretos que penetraban en el oído de Mig y estallaban fuertemente en el interior de su cabeza.

El cielo era púrpura.

A las once, el color de los hombres cambió en amarillo y el de las mujeres en verde clarísimo.

El cielo era color paja.

A las doce y media, el de los hombres en amarillo clarísimo y el de las mujeres en casi blanco. También vio a un perro con seis patas.

A la una casi tenían su propio color.

A la una y media lo tenían.

Y el cielo.

Y los perros cuatro patas.

A las dos, la resaca había pasado totalmente.

Carlos Buiza
No. 57, Febrero-Marzo- 1973
Tomo IX – Año IX
Pág. 555

La fórmula

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El sabio iba a dar por fin las respuestas que tan constantemente se le pedían. Había convocado una monumental rueda de prensa, en la que estaban representados los más importantes medios informativos del Universo.

Después de comenzada, se le hizo la primera pregunta;

—¿Cómo dio con la fórmula para atravesar la velocidad de la luz?

El sabio no respondió; extrajo de un cajón una tira de papel impregnada con unos polvos consistentes que a la vista parecían talco. Puso la tira encima de la mesa y de un frasco sacó treinta y tres hormigas, que recorrieron el papel en ambas direcciones, marcándolo de puntitos donde ponían sus pequeñas extremidades.

Después de guarda las hormigas en el frasco, introdujo la tira de papel en la entrada de una supercomputadora y dijo:

—Señores, por el otro extremo saldrá la fórmula.

Carlos Buiza
No. 37, Julio-Agosto 1969
Tomo VI – Año IV
Pág. 511