Las sábanas

Tenía razón, apenas se fuera, seguramente por falta de tiempo unos 4 o 5 días más tarde, las sábanas irían a la lavandería, desde luego con todas las palabras que se dijeron sobre ellas, con todas las caricias que se van escondidas entre las arruguitas. —No quiero pensar, debo olvidar la forma de pensar en ti. —Hace ya tiempo. Las sábanas han ido tantas veces a la lavandería que no debe quedar ya nada, absolutamente ya nada, de todo eso que dejé, el agua y el jabón lavan todo. ¿Por qué me acuerdo de las sábanas? —ahí están, arrugadas y solemnes. Había dos juegos, el amarillo y el azul, las fundas de las almohadas eran verdes, ¿se quedaron verdad?, no eran tuyas ni mías, eran del departamento. Se quedaron. —Hacer el amor es igual que nacer o morir, despiertas como si fuera la primera mañana del mundo, y tienes frío, porque después de morir siempre da un poquito de frio, y la cama es un gran pozo tibio y tengo que cerrar los ojos porque sentir tanto duele y encontrarse en otro que no se encuentra en ti, duele todavía más, y ese pozo que es un colchón en el suelo, —una semana tiene sábanas azules, la otra amarillas, el verde de las fundas no cambia— y son ritos antiquísimos y olvidos de noches abiertas, en Paris llueve mucho, no quiero pensar, debo olvidar la forma de pensar en ti.
He sobrevivido la espera.

Gloria Gervits
No. 56, Diciembre 1972 – Enero 1973
Tomo IX – Año IX
Pág. 379

Buena idea

Era triste, de tiempo recogido, acostumbraba dividirlo en 7 días.

La casa era demasiado grande y los cuartos muy pequeños.

Había grandes espacios inútiles.

La ventana de la recámara nunca cambió de lugar.

Un día, se le ocurrió quitar la alfombra para dejar que pasara un poco de ruido, fue una buena idea, se sintió menos solo.

Gloria Gervitz
No. 55, Noviembre 1972
Tomo IX – Año IX
Pág. 311

Gloria Gervitz

Gloria Gervitz

Gloria Gervitz

(Ciudad de México el 29 de marzo de 1943)

Es poeta y traductora. Ha dirigido talleres de poesía en Campeche y en Chetumal. Ha traducido obra de Kenneth Rexroth, Samuel Beckett, Susan Howe y Rita Dove. Ha colaborado en Casa del Tiempo, Diálogos, Discurso Literario, El Cuento, El Zaguán, Krisis, La Brújula en el Bolsillo, La Jornada Semanal, La Vida Literaria, RI, Revista Universidad de México, Siempre!, y Vuelta. Fue becaria del FONCA en 1993 y del Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos en 1995. Obtuvo el Premio Fernando Jeno en 1986.

Hecha en la espera de una lenta maduración, la obra de Gloria Gervitz es breve, y hasta podría decirse que consta de un solo poema. En 1979 publicó Shajarit; en 1986, Fragmento de ventana; en 1987, Yiskor y, en 1991, Migraciones. Cada uno de estos libros recoge, en una nueva redacción, el trabajo anterior y le agrega el resultado de la reciente cosecha, de modo que el libro resulta en cada caso el mismo poema en un estado posterior de su desarrollo. “Llevo años escribiendo un poema que me crece como si fuera un árbol”, ha declarado la autora en unas breves palabras que prolongan la edición de Migraciones.

 (N. del E. Con información del INBA.)[1]

Propiedades del círculo

Una tarde, en un café de Montparnasse, me explicaron, que las relaciones humanas se dan en forma de círculos concéntricos y que lo más importante, es dejarles siempre un pequeño agujero, nunca cerrarlos completamente porque cuando se cierran, como ya no puede pasar ni aire, ni palabras, estos círculos se expanden y estallan. Casi siempre, te dejan mutilado, o si estas de suerte, sólo te quemarán el pelo, las pestañas y todas esas cosas que al fin y al cabo vuelven a crecer —cuestión de paciencia—. Para que entendiera bien esto de los círculos, sentimientos y demás, me hicieron unos dibujos sobre la servilleta. Estuve muy atenta, porque eso, de que no te des cuenta y los cierres, no es cualquier cosa. Lo que se olvidaron decirme, es que a veces los círculos también se cierran solos, aunque no quieras, aunque para mantenerlos abiertos, te pungas tu ahí, en medio de las dos líneas con grave riesgo de que te aplasten, y te conviertas en un punto final.

Gloria Gervitz
No. 55, Noviembre 1972
Tomo IX – Año IX
Pág. 308