Rapidez, confianza, discreción.
Tal era el lema de la casa. La casa de pompas fúnebres merecía la excelente reputación que había ganado. Su personal era cortés, sin llegar a frío, sus locales evocaban con tacto la antecámara de la eternidad. Daba confianza, lo mismo a vivos que a muertos, abriéndoles una tumba al mismo tiempo que amplio crédito.
Pero sobre todo, más rápidos que la competencia, tenían ya la costumbre de entregar los ataúdes a domicilio varios días antes de la muerte del cliente.
J. Sternberg
No. 11, Abril 1965
Tomo II – Año I
Pág. 294