Durante el crudísimo invierno de hace seis años, un campesino vio un cuervo que aleteaba en lo alto, como si quisiera volar lejos, pero no avanzaba. La curiosidad del hombre creció cuando al amanecer, el cuervo seguía batiendo el aire inútilmente. Al tercer día, el pájaro seguía en las mismas. El campesino consultó a un veterinario y también a un socio del Club de Exagerados, quienes le dieron una explicación convincente: el tiempo había enfriado tanto que la sombra del cuervo quedó congelada. Cuando llegó el deshielo, el cuervo siguió su viaje.
Lowell Thomas
No. 142, Enero-Marzo- 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 114