Plegarias y pesticidas resultaron inofensivos

Era colectivo ya el abatimiento, imposible salvar la gran cosecha de arroz. Plegarias y pesticidas resultaron inofensivos: la voluntad divina no se plegaba, el billón y pico de gorriones devastando las siembras de las zonas bajas de China, se hallaba más que inmunizado.

Los empantanados arrozales quedaron a la merced de las hordas hambrientas, hostigo y nubes manchadas de pájaros. Acudían enjambrados a devorar aquella cosecha anual de la que dependían setecientos millones de vidas. Larga es la paciencia, largo fue el letargo de aquel pueblo.

Sin ser profeta, sin ser lánguido sabio multisecular, chino de lacios pelos colgando ralamente de las fosas nasales, podía vaticinarse ya la muerte por inanición de más de veinte millones de habitantes. Urgía, para la república, apremiante solución. Regimientos de gorriones se lanzaban a pique sobre el grano esencial de aquella tierra de lodo, arrasaban ya las primicias de la cosecha.

Li Mah ordenó el jueves 22 de marzo que todos los obreros, campesinos, estudiantes, profesionales, políticos, profesores, literatos. Toda la gama humana mayor de cinco años, se congregara en los preñados arrozales de toda la vasta extensión de la China, que todos al unísono y sistemáticamente comenzaran a patear la tierra, simultáneamente dando briosas palmadas. Li Mah ordenó que el pueblo se pusiera a cantar, a chillar con ingente fervor nacional, descoyuntándose en una alharaca de los mil demonios. Fueron veintitrés horas de enardecida algarabía, rítmica, acompasada, persistentemente coordinada. Los gorriones, aterrados, alzaron el vuelo desde el primer instante, comenzaron a circular sobre los campos, esperando la ocasión para bajar de nuevo a desangrar las tierras feraces de alimento. Trinaron, chillaron también, se congregaron en el desespero, hasta que poco a poco se fueron aislando, desbaratándose las piñas de los pájaros, empezaron uno a uno y luego a montones cayeron sobre la enchumbada, tierra risueña de China.

José Kozer
No. 61, Octubre-Noviembre 1973
Tomo X – Año X
Pág. 197

José Kozer

José Kozer

José Kozer

Es un escritor cubano nacido en La Habana el 28 del marzo de 1940 pero radicado en los Estados Unidos desde 1960. Ha publicado más de cincuenta libros, la gran mayoría de poesía, aunque entre ellos también se encuentran diarios y narrativa. Se le ha clasificado dentro de la estética neobarroca. Ejerció durante tres décadas como profesor de literatura hispana en Queen College de New York. Radica en Hallandale, Florida. Sus padres eran judíos procedentes de Centro Europa[1].

La Habana (Cuba), 1940. Reside en EE.UU. desde 1960. Maestría y Doctorado en Literatura Luso-brasileña. Profesor universitario de Literatura. Ensayista, prosista. Director de la Rev. Enlace. Beca Cintas (1964). Poemarios publicados: «Padres y otras profesiones» (1972), «De Chepén a La Habana» (colab. 1973), «Este judío de números y letras» (1975), «Y así tomaron posesión en las ciudades» (1978), «La rueca de los semblantes» (1980), «Jarrón de las abreviaturas» (1980), «Antología breve» (1981), «Bajo este cien» (1983), «La garza sin sombras» (1985), «El carillón de los muertos» (1987), «Carece de causa» (1988), «De donde oscilan los seres en sus proporciones» (1990), «Trazas del lirondo» (1993), «Los paréntesis» (antol. 1996), «Et mutabile» (1996), «Réplicas» (1997), «Dípticos» (1998), «Bajo este cien y otros poemas» (antol. 2002), «Rosa cúbica» (2002), «La voracidad grafómana. José Kozer» (2002), «Anima» (2002), «Madame Chu y otros poemas» (bilin. port-esp,, 2002), «Un caso llamado FK» (2002). Premios a poemarios: Julio Tovar (1974). Sobre su obra: Heredia, Aida: La poesía de JK.

http://youtu.be/TRwmgUmssuA

Boceto de una vida más

El padre de Pilar, notario, once hembras, empedernido nazi, cruz gamada en la casa, execrante mandamás, hércules de la tacañería. Premura de las once hijas por casarse, invalidar yugo paterno. Localización: España, Falangista, en la guerra, le incumbe juzgar a una mujer: en el casco militar se echan dos tipos de boletas con el impreso CULPABLE, INOCENTE. La mujer, comunista a rabiar, declarada en libertad. Por cierto, un hermano suyo, apolítico, condenado a treinta años de forzado. Dieciocho días después, el padre de Pilar contrae nupcias con la enjuiciada. La mujer se pone a parir niñas, una tras otra, inmisericorde. Se ha plegado, acata al marido que no quiere otro hombre en casa. Años más tarde, treintitrés nietos varones vendrán a derrocarlo.

José Kozer
No. 61, Octubre-Noviembre 1973
Tomo X – Año X
Pág. 192