Una vez un cazador atacado por una loba le cortó la pata de una cuchillada. Fue a pedir hospitalidad a un castillo y contó el caso al señor, y para dar fe de sus palabras, abrió la bolsa en que había guardado la pata. En vez de la pata halló una mano de dama con sortijas en los dedos. Fueron a ver a la señora del castillo y observaron que escondía el brazo. Habiéndola obligado a enseñarlo resultó faltarle la mano, que era la que el cazador había cortado. Luego confesó ser ella la loba del día anterior.
Boguet
No. 4, Agosto -1964
Tomo I – Año I
Pág. 93
Boguet
No. 143-145, Abril-Diciembre 1999
Tomo XXX – Año XXXV
Pág. 77