La pared

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Estoy amando una pared en blanco que no rechaza; sólo escucha. Estoy amando de ella lo que creo que hay en su interior; no lo que veo. La observó y mis ojos intentan abrazarla: es sólo una pared blanca, y yo la amo.

Estoy amando su textura lisa, sus recovecos. Y como pared, no me rechaza. Sólo allí, presente e imposible. No me atrevo a acercarme. ¿Me desilusionaría si la tocara?¿Si pudiera conocer su interior? Siempre aquí, imponente.

Recuerdos de mi pared cuando todavía respiraba; el tiempo en que existió como un ser. Me estremezco. Aquellos ojos miel, las manos volando y ese gran amor como pared: limpio y bello. Si amo. Pero no a ese trozo blanco; sólo lo que esconde. Atrás de ladrillo y concreto está él, con la misma expresión que tenía el día que coloqué el último ladrillo.

Yamilé Baena
No. 127, Enero – Junio 1994
Tomo XXIII – Año XXX
Pág. 110