El asesino

Soy un asesino. Tal vez les aterrorice el absoluto cinismo con que lo confieso, pero en realidad, me gusta mucho mi profesión, y hasta puedo decir que la disfruto mucho. Me gusta hacerlo lentamente, perseguir a mi víctima, asediarla, acorralarla hasta un final en que sólo quedara uno de nosotros, y ese seré yo. Ahora mismo, lo estoy haciendo. Lo tengo atrapado y tengo cubierta la única salida. Y él lo sabe. Está cansado de la larga persecución que le he impuesto, y ya no puede sostenerme el paso. Lo tengo acabado. Este ha sido un magnífico trabajo. Unos momentos más, y habré ganado la bolsa que me tengo merecida por esta exquisitez. Ahora silencio… se está moviendo, pero lo tengo al alcance. Trata de escapar, pero doy mate con una magistral jugada de caballo.

Salvador Virgen
No 79, Septiembre 1977-Marzo 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 621

Pesadillas

De vez en cuando pienso si en la inmensidad del espacio, debe haber un lugar para esos seres que veo en mis sueños, esas horribles criaturas de piel rosada y cabello negro, que viven en paisajes de pesadilla, y que tienen monstruosos animales de dos o cuatro patas… pero mi mente racional me dice que la naturaleza no permitiría tales aberraciones. Entonces sacudo mis doce pares de alas doradas, aspiro hondo con mis tres pulmones transparentes el rojo aire, y me hecho a volar por el ligero aire marciano.

Salvador Virgen
No. 80, Abril-Septiembre 1978
Tomo XII – Año XIII
Pág. 746