Levitación

Había logrado al fin el llamado “milagro de la levitación”.

—¡Pero qué tontos son todos! ¡Tan fácil que es! ¡Y nada de tazas de chocolate, nada de eso! ¡Pero hombre, es mil veces más sencillo! Ese Lewis era un genio. Allí estuvo el secreto, disfrazado. ¡Tantos años y a nadie se le ocurrió usarlo!; solamente se muerde un poco de este lado para subir, luego, para bajar ¡qué fácil!, se le muerde del otro lado. Muy poquito ¿eh?, porque puede uno enterrarse o ira dar hasta el otro lado, con los chinos, ¡ja! Te haré una demostración. Pero no dirás nada; yo y sólo yo voy a hacer negocio con esto, Detenme.

Después de un pequeño mordisco, comenzó a elevarse mientras el otro brincaba de gusto, pisoteando el pedazo de hongo.

—¡Estúpido, bruto, mira lo que haces! —le gritaba agitando los brazos como avecilla sus alas. —¿no te das cuenta? ¡Pronto, dámelo así!

Mordió como un desesperado la torta negra de tierra y hongo, sin resultado.

Gritaba y pateaba mientras el otro le veía elevarse más y más, hasta desaparecer en el azul, como globo de niño.

Nadie le vio bajar, ¡tal vez se haya reventado!

Yolanda Margarita Fernández Ordoñez
No. 38, Septiembre-Octubre 1969
Tomo VI – Año V
Pág. 682