Dice que iba por un camino comiéndose unas mandarinas huyéndole al diablo que le había salido de una piedra grandísima y vio una casa y corrió hacia ella, tocó a la puerta y cuando le abrieron era una vieja viejecita toda arrugada encorvada fea sucias las ropas descalza y al fondo contra la pared vio que ardía un fuego que creció, rodeó la olla, derramó el agua que hervía y la casa se llenó de humo y se prendió y la viejecita desapareció delante de sus narices desapareció y ella tenía mucho miedo, se llenó de miedo y echo a correr otra vez siempre con la casa ardiendo a sus espaldas todo el camino hasta el barranco.
Entonces dice era en la casa sobre el barranco camino al río cruzando el platanal y La Monguta triste cabizbaja amamantando, acabándose la tarde y entre el bullicio de los muchachos, el papá corriendo y la mamá, el río crecido, el café oloroso sobre el fuego, ella gritó ¡Ramón! y despertó.
Benjamín Ramón
No. 47, Julio-Agosto 1971
Tomo VII – Año VIII
Pág. 223