La mera verdad

Y aunque periódicamente hayan dicho (ya ve usted cómo son), que “murió víctima de una degenerada pasión senil”, la verdad es que cuando la chamaca me gritó: “despabílate, carcamal”, luego se me vino a la mente mi mujer, que bien hizo Dios en recoger hace diecisiete años, porque ese era su insulto preferido; pero sobre todo me acordé de aquellas malditas ideas que tenía sobre la reencarnación y ahí fue donde me dije: “aunque ahora si te descubran, Epigmenio, más te vale”

Luis Carlos González H.
No. 49, Octubre-Noviembre 1971
Tomo VIII – Año VIII
Pág. 447