Paco Prieto y Blanca Lolbee – Homenaje a Edmundo Valadés en Huellas de la historia por Radio Red: Invitados Agustín Monsreal y Alfonso Pedraza

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El día próximo domingo 19 de Abril, y en conmemoración del Día Internacional del Libro (23 de Abril), Paco Prieto y Blanca Lolbee, conductores del programa “Huellas de la historia” dedican la emisión a homenajear a Edmundo Valadés por el centenario de su natalicio. Han invitado al escritor Agustín Monsreal, que fue amigo y colaborador suyo en la revista “El Cuento, revista de imaginación” y en otros sitios periodísticos, y de Alfonso Pedraza, director de este blog, compilador y fan de la añorada revista.

La cita es el día domingo 19 de Abril de 2015, a las l7:00 hrs. (México), a través de Radio Red en la frecuencia 1110 de A. M., para la capital del país y sus repetidoras. Y para el resto del país y el mundo entero por su liga de internet  http://www.emisoras.com.mx/red-am/ 

El programa «Huellas de la historia» surgió hace más de 25 años. En su etapa inicial se transmitía en vivo y desde sus especialidades, la literatura y la filosofía, Francisco Prieto contó, primero, la historia de la humanidad durante más de un año; luego, la historia de las literaturas española, francesa y mexicana. En aquella primera etapa, cuando el programa se comenzó a grabar, Paco Prieto compartió micrófono con Sergio Sarmiento, a la salida de Sergio, se incorporó al equipo Blanca Lolbee. Hoy, Francisco Prieto y Blanca Lolbee tienen 20 años como una mancuerna muy bien posicionada y apreciada por la audiencia del programa.

Actualmente, ambos definen los temas basándose en periodos históricos o bien en efemérides; en temas relativos a historia de México, Europa y América Latina; temas relacionados a las artes, especialmente la música, las ciencias sociales y la religión; las filosofías: occidental, china e hindú. Ocasionalmente se detienen en la revisión de un periodo histórico que toca una novela o autor específico, una corriente filosófica o religiosa que de pronto toma nueva vitalidad por alguna circunstancia coyuntural también es revisada al estilo de Huellas y desde luego todo siempre desde una perspectiva histórica.

El universo de temas que se pueden tocar en “Huellas de la Historia” es tan amplio como todo aquello que deja una huella en el paso del tiempo pero eso sí, son tratados con el estilo único que han logrado con el paso de los años nuestros dos conductores.

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Blanca Lolbee

27 años de experiencia en radio hacen de Blanca Lolbee una periodista con una larga trayectoria en la que ha destacado por su tenacidad y versatilidad.

Disciplinada y voraz lectora, Blanca Lolbee ha trabajado en los más diversos ámbitos dentro del medio que la enamoró desde que era estudiante: La radio.

Ha sido productora, investigadora, guionista, creadora de historias originales, escritora y desde luego, periodista destacada por su visión siempre equilibrada y objetiva de las cosas.

Licenciada en Periodismo y comunicación colectiva, Blanca Lolbee es autora del libro “Perder no es tan malo” editado en 2007 por Planeta, se trata de 18 entrevistas a mexicanos destacados, en las que la periodista hace gala de su sensibilidad y oficio en el arte de entrevistar.

Su trayectoria se nutre con su experiencia en el extranjero pues trabajó para Radio Beijing en la República Popular de China durante un año.
Su entrega en el periodismo rebasa las barreras del sonido, y coloca su talento en la mezcla de éste con la imagen a través de la Barra de Opinión de TV Azteca, en donde participa en “Desafío”, espacio que le permite mostrar también su oficio para entrevistar de manera objetiva y pensando siempre en proporcionar la mejor información a quien la ve y la escucha; además “Encuentro de Opiniones” donde manifiesta su punto de vista objetivo e informado en diversos temas de interés.

En Grupo Radio Centro la periodista participa en 4 espacios: Formato 21  donde conduce segmentos de noticias en los que el reto es ofrecer la información más importante de manera oportuna y en sólo 20 minutos

Página 21”, reseñas críticas literarias que se transmiten viernes, sábados y domingos en el 790 de AM y en las que Blanca Lolbee realiza las entrevistas, escribe el guión, graba y hace la producción.

Desde hace 18 años participa en “Huellas de la Historia” con el escritor Paco Prieto, un programa cultural que se transmite a través de Radio Red A.M los domingos a partir de las 17 horas, y en el que los conductores conversan sobre los temas más diversos que tienen que ver con la historia del mundo: biografías, periodos históricos, novelas u obras completas de novelistas, filosofía y más.

Blanca Lolbee también forma parte de los destacados periodistas de la  Red de Radio Red. Conduce con Carlos González el noticiero sabatino de 17 a 21 horas, un concepto objetivo y relajado de informar.

La observación del acontecer diario, la historia, el estudio constante, los viajes, el deporte y la lectura nutren permanentemente a esta profesional del periodismo.

Paco Prieto

Paco Prieto

El escritor, periodista y filósofo de origen cubano, Francisco “Paco” Prieto Echaso, quien radica en México desde hace más de 50 años, tiempo en el que ha colaborado en diversos medios impresos, celebró este 12 de febrero 73 años de su natalicio.

Hijo de refugiados españoles, Paco Prieto nació en La Habana, Cuba, el 12 de febrero de 1942. Vive en la Ciudad de México desde 1957, donde estudió la licenciatura en Comunicación y la Maestría en Filosofía en la Universidad Iberoamericana. Además, fungió como director del Departamento de Comunicación de esa casa de estudios.

Tiene un repertorio de diversos textos publicados en diversas casas editoriales, como Plaza y Janés y Grijalbo, entre los que se encuentran 10 novelas, cinco obras de teatro y numerosos ensayos.

En 2004, el Fondo de Cultura Económica publicó «Obra reunida de Francisco Prieto (Tres novelas del deseo y de la culpa)», la cual contiene un estudio preliminar del periodista Vicente Leñero.

Durante el Festival de la Palabra de 2007, intercambio cultural entre lectores y escritores, Prieto pronunció la conferencia «La literatura como conocimiento, aprendizaje y ejercicio de la vida».

En el área académica publicó «Comunicación y educación», «Cultura y comunicación» y «Diagnóstico de la comunicación social en México». Su única obra escrita en el género ensayo no académico se titula «Los 100 mejores libros del siglo XX».

Mientras tanto, en cuestión de medios de comunicación participó como guionista y locutor en el programa radiofónico «Huellas de la historia», transmitido por Radio Red.

Además, se realizó una adaptación radiofónica de su cuento ?Punto de encuentro», el cual forma parte del volumen «Cuentos del azar de la necesidad», que muestra la oposición que existe entre casualidad y destino.

Incursionó en la escritura dramática con textos como «Shakespeare y yo», «La expiación y Salomé» y «El amor de Dios». Parte de su obra narrativa la conforman «Tres novelas del deseo y la culpa», así como «El poder de la quimera».

Ha recibido diversos premios por sus escritos, entre los que destacan el Premio Nacional de Periodismo Cultural. Fue nominado al Ariel en 1997 por el guión del filme «De muerte natural».

Prieto ha colaborado en diversas publicaciones, como en la revista «Proceso» y «Dos puntos», y en el diario «Reforma» se ha desempeñado como columnista taurino.

Actualmente conduce el programa televisivo «Tiene la palabra», transmitido por el Canal 22.

El cuento, revista de Imaginación – Biblioteca digital

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Para ir a «El cuento, revista de Imaginación – Biblioteca digita»l, dé click en la imagen.

Este es el mejor homenaje que pueden hacerle a Edmundo Valadés. Gracias a la generosidad de García y Valadés editores, propietarios de los derechos de la revista El Cuento, revista de imaginación ahora tenemos la colección completa de la revista en versión digital, accesible a todo el mundo gratuitamente.

Gracias a nombre de todos los interesados sobre el cuento, la minificción, la ilustración y la literatura en general. 

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El Doctor Juan Voutssás, especializado en Bibliotecología y estudios de la información, egresado de la FFyL de la UNAM, experto en bibliotecas y publicaciones digitales nos da noticia y justificación.

 

Juan Voutssás. Enero 2015

La digitalización de la colección completa de El cuento es un magnífico ejemplo del uso de la tecnología moderna para el rescate y difusión de las publicaciones que conforman el patrimonio cultural de nuestro país. La revista El cuento abarcó seis décadas, desde 1939 hasta 1999, con algunas interrupciones, convirtiéndose en una parte muy significativa de la historia editorial mexicana. Por su misma extensión en el tiempo y su naturaleza de publicación periódica en fascículos, es prácticamente imposible que en la actualidad alguien posea una colección completa de toda la obra, con alguna eventual excepción perdida en alguna biblioteca que confirme la regla. Por lo mismo, esta magnífica colección se hallaba inaccesible para el público y era imposible verla en forma integral, sistemática y ordenada. Su impresión en papel económico y por lo mismo quebradizo –como muchas otras de su época en todo el mundo– la condena a su desaparición total en unos cuantos años más.

Innumerables autores famosos formaron en su momento parte de El cuento en su versión impresa. Varios obtuvieron antes o después un premio Nobel: Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Anatole France, Rudyard Kipling, Selma Lagerlöf, Rabindranath Tagore, Jacinto Benavente, Thomas Mann, Pär Lagerkvist, Aleksandr Solyenitsyn, Heinrich Böll, Elías Canetti, por nombrar algunos. Otros más, formidables plumas de las letras en Español provenientes de casi todos los países de América Latina, como Juan Rulfo, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso o José de la Colina. Clásicos de la literatura universal como Oscar Wilde, Robert Louis Stevenson, Ray Bradbury, Isaac Asimov, Mark Twain, Homero y Ovidio. Entonces jóvenes plumas que después se volverían famosas, como Tomás Mojarro o Manú Dornbierer. Muchos cuentistas desconocidos no por ello menos talentosos. Cuentistas espontáneos salidos del permanente concurso de la revista. Y por supuesto, la pluma siempre dinámica de Edmundo Valadés, el gran impulsor y defensor del género del cuento y la minificción.

Empero, esta versión no se trata del rescate de “letras muertas”. Un gran número de personas sigue hoy en día interesada en la revista, ya que marcó sin duda todo un hito en la literatura en su género en castellano. Estudiosos del tema, historiadores, literatos, académicos y en general amantes de los cuentos la siguen buscando, pues sigue siendo material de interés para muchos tipos de personas.

Hasta ahora, ellos se enfrentaban al problema de encontrar solo fragmentos de los cuentos y los fascículos, o simples referencias a los mismos, y en el mejor de los casos algunas transcripciones modernas de aquellos cuentos, con las subsecuentes frustraciones de la búsqueda y recuperación fallida, parcial o no original del material requerido. Eventualmente se podía hallar una parte, pero nunca el todo. La versión digitalizada de El cuento ofrece a todos los interesados en el tema y en la revista una versión totalmente completa, página a página, de portada a portada, de todos y cada uno de los 150 números de la revista –cinco de la primera época y ciento cuarenta y cinco de la segunda– digitalizados de los originales tal cual aparecieron en su momento. Por lo mismo, el lector puede apreciar, además de los cuentos en sí, la tipografía de cada época, el diseño gráfico, las ilustraciones y viñetas que acompañaron a los cuentos, las crónicas y noticias de aquellos momentos, las páginas editoriales de la revista y hasta la publicidad de su tiempo, haciendo de esta colección una copia tan fiel del original como permite la tecnología de digitalización contemporánea. Prácticamente lo único que falta es la textura y el olor del papel viejo.

Además, y gracias a la tecnología moderna, la biblioteca está sistematizada y puede ser buscada y recuperada de manera lógica y ordenada; el lector puede hacer búsquedas por autores, títulos o sumarios, a fin de encontrar de forma integral la participación de determinadas personas a la revista o cada una de sus correspondientes obras. Cuando se encontró el dato en la revista, se incluyó además el nombre de ilustradores y viñetistas, lo cual constituye un valor agregado más a esta versión electrónica. El lector puede inclusive “hojear” fascículos completos, de principio a fin, con el propósito de recrear la lectura de cada número tal como se veía originalmente. Gracias a la red mundial la colección está accesible universalmente de forma electrónica vía un sitio web. Y lo mejor de todo –como buen rescate biblográfico histórico– accesible a todos de manera gratuita.

En estos tiempos donde mucho del patrimonio cultural de los países está en riesgo debido a problemas de preservación inherentes a sus características y materiales, el rescate digital de El cuento es un resultado sumamente grato y satisfactorio, que sin duda asegurará el contenido de esta publicación y lo hará accesible a esta y a futuras generaciones, para deleite de los que estudian y/o gustan del género del cuento y la minificción.

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Agustín Monsreal: Para ir a su ficha bibliográfica, textos y artículos en el blog «Minificciones de El Cuento, revista de imaginación»

TODOS LOS CUENTOS EL CUENTO por Agustín Monsreal

La comunidad cuentística internacional está de plácemes. Por un lado, se celebra en este 2015 el centenario del nacimiento del escritor Edmundo Valadés, y por el otro se abren las puertas a una noticia magnífica: El Cuento Revista de Imaginación, que nunca se ha ido, está de regreso.

A través del tiempo y a lo largo y ancho de todos los países de habla hispana y de no pocos del planeta entero, los miles y miles de lectores que le han seguido los pasos y nunca han perdido de vista la extraordinaria versatilidad, la asombrosa fascinación de sus páginas, la han mantenido viva, vigente, fresca y seductora como tarde acabadita de bañar por la lluvia, y la han rodeado de una magia tan limpia y fervorosa que muchos que sólo han oído hablar de ella la anhelan como a un sueño amorosamente cultivado.

Pocos destinos editoriales han sido tan pesarosos y a la vez tan afortunados como el de esta revista de valores indudablemente universales. La cuentística del mundo está representada, con largueza y autenticidad impagables, en cada uno de sus contenidos. Así lo confirma, de manera permanente, la sensibilidad de sus incontables lectores que se han ido multiplicando notoriamente de generación en generación, manteniendo en alto la admiración inclaudicable, el tributo incondicional que se le rinde con merecida prodigalidad. Aquí y allá sus seguidores asiduos atesoran cada número de El Cuento Revista de Imaginación como joya invaluable, y los que la descubren y tienen ante sus ojos por primera vez, la hacen suya con una suerte de noble excitación sólo comparable a la de una novedad nupcial.

En 1939 nació y tuvo una vida breve, aunque luminosa y significativa, pues los cinco únicos números que integran esa primera época conforman una breve, codiciada y ya mítica antología dentro del campo literario del género del cuento; en 1964 vio por segunda vez la luz del mundo y prolongó su estancia en él durante siete lustros, fijando un precedente que hasta nuestros días no ha sido posible igualar.

Numerosas fueron las voluntades que se conjuntaron, grandes los entusiasmos y las simpatías, los estímulos variados y sinceros, los impulsos y apoyos afectivos, económicos, morales, políticos, que cobijaron su nacimiento y su permanencia extendida a lo largo de tantos años, la solidaridad determinante de muchísimos amigos y colaboradores y por supuesto, del beneplácito y el visto bueno invariablemente creciente y la exaltación encantada de los ávidos lectores que aumentaban de modo considerable con la aparición -en no pocas ocasiones difícil y azarosa- de cada nuevo número, pero es indiscutible que El Cuento Revista de Imaginación creció y alcanzó la estatura sin fronteras que todos conocemos debido fundamentalmente al esfuerzo y la tenacidad indeclinables de quien fuera su constructor e impulsor definitivo, el más estricto, su figura estelar: Edmundo Valadés, cuyo nombre y contribución profesional siguen siendo modelo a seguir, faro para llegar al puerto deseado, especialmente para quienes en un momento determinado tuvimos la fortuna de participar en la confección de la revista: escritores, ilustradores, pintores, dibujantes, diseñadores, cada uno con su capacidad creativa puesta al servicio de un solo propósito, una misma profesión de fe: sacar adelante a El Cuento Revista de Imaginación. Hoy, a los justos, muy merecidos y abundantes festejos que se llevaron a cabo en 2014 por los 75 años de la primera aparición y los 50 del segundo amanecer heroico de nuestra revista -nuestra por lo mucho que la amamos, por lo tanto que le debemos-, se suma la indispensable celebración de los 100 años de que Edmundo Valadés viera por primera vez la luz del mundo y GV Editores, a modo de reconocimiento a la poderosa y placentera monumentalidad de esta publicación singular en el ámbito internacional del género del cuento, la hace de nuevo presente, ahora con los deslumbrantes recursos de la tecnología moderna, bajo el nombre de El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital.

Este nuevo y preciso impulso de divulgación del infinito quehacer cuentístico ha sido creado, promovido y realizado por García y Valadés Editores con el propósito de continuar vigente el incanjeable sueño valadesiano de congregar y difundir cuentos para todos los gustos, para todas las pretensiones, cuentos de las más diversas procedencias, de las épocas más diversas, así como el compromiso de mantener abiertas las puertas de lo posible y lo realizable para El Cuento Revista de Imaginación, convirtiendo los desafíos en realidades.

En su totalidad, El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital reúne los contenidos absolutos de los 145 números publicados en sus dos primeras etapas y este hecho la convierte en la obra más significativa que existe en el vasto continente de la creación cuentística mundial. No se trata, pues, de una selección, de una antología de los mejores cuentos de todos los tiempos o de los cuentistas más destacados o más representativos del género, es la reproducción puntual de todos, de cada uno de los números publicados: es el inventario fiel, la obra completa que recoge  más de 2200 cuentos de prácticamente todas las tendencias narrativas del orbe: el cuento tradicional y el de vanguardia, el costumbrista y el que refleja las audacias de la modernidad, el cosmopolita, el anecdótico y el intimista, el del dilema a flor de labio y el del conflicto encerrado bajo la piel, los hallazgos estructurales combinados con los itinerarios más reconocidos y convencionales, en cualquier caso traspasa barreras y expone en todo momento la esencia de la condición humana mediante el vasto fenómeno cuentístico: testimonios, formas de vida con hondas raíces universales, la más amplia diversidad arquitectónica, estilística y temática en las voces escritas de más de 1600 autores tanto clásicos como contemporáneos de distintas nacionalidades, preferentemente mexicanos, latinoamericanos, norteamericanos, aunque también están representados los de lugares tan remotos o desconocidos en sus expresiones literarias como Lituania, Rumania, Bulgaria, Mongolia, Birmania, Ganha, Vietnam, Pakistán, Bangladesh y Barbados, entre otros. Asimismo, recoge los cuentos premiados en concursos internacionales como el “Juan Rulfo” de París y el Latinoamericano de Puebla que lleva el nombre de Edmundo Valadés. Miles de ilustraciones. En su Caja de sorpresas suma un promedio de 1500 ejemplos de lo que en nuestros días se conoce familiarmente como minificción o cuento mínimo, expresión de malicia y destreza imaginativa que gracias a El Cuento Revista de Imaginación adquirió notable relevancia y puede decirse que esta presencia permanente a lo largo de muchos años ayudó, de manera clara e inobjetable, no sólo a que la ficción breve obtuviese pronta y lealmente carta de naturalización como género literario sino que se convirtiera en objeto de auténtica veneración y de práctica feliz y cotidiana entre escritores de diferentes latitudes y varias generaciones. De igual modo se hallan aproximadamente 1000 fichas bibliográficas de autores, así como un acervo extraordinario de reseñas de libros; en lo que respecta a las estrategias formales, sus abundantes editoriales de teoría sobre el género resultan un compendio de la constante renovación, las metamorfosis que se dan en las estructuras, los contenidos y las figuras del cuento; pieza fundamental de la revista fue el diálogo con los lectores, que también recoge El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital: el inventario de más de 5000 entregas y respuestas de la sección de Cartas y Envíos, quizá el taller literario por correspondencia más entrañable en la historia de la literatura.

Hoy más que nunca se hace evidente la magnitud y la importancia inmedible de El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital, que con un espontáneo guiño de seducción convoca a la lectura a los conocedores del género y a quienes se asoman a él por primera vez y nos invita, como lo hizo desde sus primeras páginas, al conocimiento, a la nostalgia, al deleite moroso y amoroso que proporciona el universo sensible del género del cuento:

“Adéntrese en el mundo de la imaginación.

”Viva la fantasía de la literatura moderna a través de las páginas de la revista El Cuento.

”El Cuento le ofrece la más fascinante selección de cuentos cortos, escritos por famosos autores de todo el mundo con las más variadas y sorprendentes historias.”

Creo, sin la menor duda, que la publicación de la obra completa de El Cuento en este nuevo formato es el mejor homenaje que se puede rendir tanto a Edmundo Valadés como al género narrativo al que dedicó su pasión más grande, la que le dio un sentido absoluto a toda su vida. De la misma forma creo que este fuego nuevo, la propuesta de El Cuento Revista de Imaginación Biblioteca Digital es una joya invaluable que con legítimo y sobrado derecho podemos considerar un bien literario imperecedero y un legado cultural para la humanidad.

A VEINTE AÑOS DE QUE LA MUERTE SE DIO EL PERMISO DE DEJARNOS SIN EDMUNDO VALADÉS

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Por Jaime Adolfo Muñoz Torres
Este extraño laberinto de testimonios y tiempos, obedece a la
búsqueda de datos sobre Edmundo Valadés y su revista,
que en su totalidad son extraídos de esta misma revista: El Cuento:

1984. A 20 años de la segunda temporada. En el Centro Cultural José Guadalupe Posada, en la culminación de las Jornadas de divulgación bibliográfica del Correo del Libro, en su boletín 54, con sesión dedicada a la revista El Cuento. Agustín Monsreal, Rafael Ramírez Heredia y Edmundo Valadés, charlaron con el público sobre la importancia que la revista ha tenido en nuestro medio literario. Valadés contó cómo junto con Horacio Quiroga en 1939, se le ocurrió la idea de editar una revista dedicada únicamente a la publicación de cuentos, género que a los dos apasionaba. Esta idea fue acogida y patrocinada por Regino Hernández Llergo y se editó por primera vez El Cuento. En su primer número, casi la mitad del material de la revista, recordó Valadés, procedía de traducciones que Quiñones había hecho.[1]

1939. Cuando Lázaro Cárdenas mudó la residencia oficial de Chapultepec a los Pinos y el arco de su-gestión se alargó de cuatro a seis años, surgió en México un periodismo nuevo. Lo trajo del norte don Regino Hernández Llergo. Compañeros de trabajo y de poca diferencia de edades, Horacio y Edmundo formaron amistad en su aprendizaje a la sombra de Don Regino. Ocasionalmente los interrogaba sobre sus proyectos como periodistas. Comenzaban a soñar despiertos su proyecto de publicitar una revista literaria. Querían compartir al mundo sus mejores lecturas.

—Ustedes dos pierden tanto tiempo con esa afición a los cuentos que me van a descuidar  el trabajo ¿Cuánto necesitan para su revista?

—Pues así al tanteo, calculamos unos mil pesos.

—¿Quién va a ser el director?

—Pues, si usted acepta, don Regino, sería un honor para nosotros.

—Muchas gracias, pero a mi no me sobra tiempo.

—Pues entonces, Horacio, o yo, o los dos, o un año cada uno.

—Los veo verdes. ¿En que oficina van a hacer su revista?

—Pues, en eso sí que no habíamos pensado.

—Pongan este domicilio y también los teléfonos ¿Quién va a administrar?

—Pues, nosotros mismos. Cuando tengamos qué.

—No, así no. Están desorganizados. Consíganse un gerente y pongan a Lucía como administradora.

El número uno salió en junio de 1939. Lo bautizaron “El Cuento. Los grandes cuentistas contemporáneos”. Editorial Relox. Directores: Edmundo Valadés-Horacio Quiñones. Oficinas generales: Vallarta Núm. 1. Teléfonos: Mexicana L-60-22 y Ericsson 2-85-64. Gerente: Luis Alcayde. Administradora: Lucía D. de Hernández Llergo. “$10.00 es lo que cuesta la suscripción anual de El Cuento, envíelos sin demora al apartado postal 10405, México, D.F. y obtendrá 12 números de la publicación más amena hecha en México. El número 2 llegó con la misma puntualidad que julio. En la tercera de forros un anuncio llamaba a los señores comerciantes a anunciarse en El Cuento. Esfuerzo inútil. No habría número seis. “Con eso de la guerra en el mar, el papel sueco y alemán que llegaba a México, ya no llegó”[2]

1964. La población de la capital se ha cuadruplicado, la televisión es dueña de la mayor parte del tiempo libre de quienes en 1939 leían. El amigo y coeditor Horacio Quiñones ha muerto. En la calle San Juan de Letrán, un tanto alejada del centro de la ciudad abrió librería don Andrés Zaplana, un tipo muy audaz, el primero que ha quitado el mostrador entre el cliente y los libros. El cliente puede tocarlos sin pedir permiso, mirar precios por sí mismo, hojear y ojear antes de decidirse a comprar. Hay tertulia. Don Andrés la anima.

— Oiga, Edmundo ¿Por qué no vuelve a hacer El Cuento?

—Pues mire usted, señor Zaplana, yo que más quisiera. He acariciado esa ilusión más que a las mujeres. Pero hace falta más dinero que con ellas.

—¿Le sirven tres mil pesos para empezar? … ¿Sirven cinco mil?… Aquí están diez mil pesos. No se hable más. Si es negocio me paga, y si no es lo olvidamos.

—Pues no sé qué decirle, señor Zaplana, pero ya me convenció usted. Se lo agradezco. Espero pagarle pronto.

En mayo de 1964 renace “El Cuento”. Publicación mensual. Director: Edmundo Valadés. Consejo editorial: Andrés Zaplana. Consejo de redacción: Gastón García Cantú, Henrique González Casanova y Juan Rulfo. Suscripción anual treinta pesos.

1995. La sección “Cartas y envíos” se convirtió en un taller de creación literaria por correspondencia. Y no son pocos los autores que han visto por primera vez sus trabajos en letra de imprenta en las páginas de El Cuento. Un camino de siembras, labor fecunda dejó don Edmundo a lo largo de 127 números de la revista, 1968 cuentos de una página o más. Y casi 3,000 de menos de una página.[3]

Su sección de cartas. Que trata de alentar o aconsejar a cuentistas espontáneos, inéditos o nuevos, que en mucho deciden escribir empujados por la lectura de la revista, y que envían sus primeros trabajos, se ha convertido en un taller abierto de cuento.[4]

Valadés, no como un mero recopilador de relatos, sino como un honesto transmisor de experiencias sustantivas, de indagaciones que dejan huellas perdurables, ha sabido combinar certeramente divulgación y estímulo, mezclando con laboriosidad y pericia, con rigurosa deliberación seleccionadora, las narraciones cortas más representativas de los grandes autores de todos los tiempos, con las de aquellos escritores jóvenes y desconocidos en su mayoría, que muestran determinadas cualidades en la práctica del oficio literario. El éxito de la revista se debe precisamente al talento con que han sido manejados sus contenidos. Y también otro rasgo de generosidad inusual, a que no necesita ser ahijado, compadre, sobrino, amigo, cómplice o lacayo de su director para publicar en ella. El Cuento no se reserva el derecho de admisión, no condiciona sus páginas al empleo de la dudosa corbata intelectual, no advierte que los faltos de consagración se abstengan de tocar a su puerta.

Otro acierto ha sido la publicación de escritos teóricos y de crítica literaria. Otro más, su concurso de El Cuento Breve, un hallazgo derivado de los recuadros dedicados a fragmentos, citas, aforismos que proporcionan una riqueza siempre sorpresiva y fluctuante a las páginas de la revista.[5]

1964. Aquellas lecturas me transportaron a un reino mucho más bello y amable de lo que era la Ciudad de los Palacios que empezaba a empuercarse con un aire negro y un vaho de conciencias podridas que lo asfixiaban a uno, a uno de provinciano, pues. “Tus dibujos le gustaron al señor de la revista. Quiere conocerte. Esta es la dirección: División del Norte 501, despacho 106” “Pase usted de la Torre. Si usted quisiera, ilustraríamos tres o cuatro cuentos por número, pero con un estilo diferente en cada uno, para darle cierta variedad ¿me entiende? Aquí le he escogido estos. Yo creo que con su pluma y su talento…” Ni tiempo de decirle que yo no era ilustrador; que apenas era monero, caricaturista. El estaba recortando y pegando galeras en hojas diseñadas como “caja” de El Cuento.

—Usted hace todo eso, don Edmundo?

—Pues sí, de la Torre. Un diseñador me cobra por hacerme este trabajo que yo he simplificado al máximo. Mire…

Y me fue explicando en qué consistía la elaboración de originales para la imprenta.

—Yo puedo hacer eso, don Edmund.

—¿De veras? Oiga, de la Torre, no sabe cuánto se lo agradecería. Por supuesto, cuente con una modesta remuneración. Pero si usted me ayuda a formar El Cuento yo podré leer y contestar mayor correspondencia…

Y así, sin saber formación o diseño, ni ser el dibujante que yo quisiera, apareció mi nombre en el directorio de El Cuento a partir del número 6. Formación y dibujo, Luis de la Torre.[6]

Valadés ejerce las funciones de hombre orquesta en la confección de la revista, o sea, Valadés diseña, forma las planas, selecciona ilustraciones, traza recuadros, corrige galeras y pruebas finas, compagina, arma, decide la portada, cuida la selección de color, lleva a la imprenta, trae de la imprenta, y luego recorre librerías para checar la distribución y cuando es necesario distribuye el mismo, y más luego, en sus ratos libres, lee la correspondencia de sus lectores de toda América y la contesta personalmente, siempre de una manera objetiva, precisa, amable, alentadora. Rasgo de generosidad, dicho sea entre paréntesis, que hasta donde sé no tiene el director de ninguna otra revista.

La historia de la revista El Cuento es la de un hombre que ama definitivamente a la literatura. El Cuento es su creador, su amante puntual y generoso, su artesano: Edmundo Valadés. Muchos hemos descubierto en sus páginas esos mundos mágicos que se nos enredan en el alma para siempre.[7]

La revista El Cuento y el maestro Edmundo Valadés ¿no son lo mismo una y otro, a fuerza de padre previsor y provisor e hijo bien mandado?[8]

Es cierto que su producción literaria es poca, pero también es verdad que un escritor de la exactitud de Valadés tiene por fuerza que ser un escritor de ritmo lento. Basta leer cualquiera de sus narraciones para darse cuenta de que no escribe a lo fácil, no describe: crea; no calca la realidad: la inventa, la transforma, la integra, morosa y amorosamente, pensando, pesando, midiendo la validez, la autenticidad, la credibilidad, la certidumbre de cada estructura, de cada atmósfera, de cada personaje, de cada diálogo, dotando a cada tema de su propia anécdota incanjeable, su propia temporalidad, su respiración propia, su propio vocabulario, amarrando severa, estrictamente cada uno de los elementos que componen el relato para que no haya la menor fisura, para que el lector no se encuentre de improviso con ningún desamparo, para que transcurra sin tropiezos desde la primera línea hasta el punto final.[9]

 

 

[1] N° 91, Pag. 338 (Editorial)

[2] N° 131 Pag. 15-18. Algo de historia sobre la revista El Cuento. Juan Antonio Ascencio.

[3] N° 131. Pag. 20-24 Algo de historia sobre la revista El Cuento. Juan Antonio Ascencio.

[4] Nº 109. Pag. III  Editorial.

[5] Nº  131 Pag. 10-11  El cuentista de los cuentos de El Cuento. Agustín Monsreal

[6]  (6)Nº 131. Pag. 25-27 De amistad y lecturas con Edmundo Valadés. Luis de la Torre

[7] Nº 131 Pag. 9 El cuentista de los cuentos de El Cuento. Agustín Monsreal

[8] Nº 111-112 Pag. XLII  Alejandro González Acosta. Academia Cubana de la Lengua

[9] Nº 131 Pag. 11-12  El cuentista de los cuentos de El Cuento. Agustín Monsreal

Nota de las notas: Cabe mencionar que Edmundo Valadés realiza personalmente hasta el número 127, y deja inconcluso el 128, cuando la muerte lo sorprende. Por lo que antes de ellos, los datos sobre valadés se hacen de difícil pesca. No así sus amoríos que es la misma revista. Y el 131, es en sí un homenaje, que le hacen los mismos colaboradores.

Ángel de luz

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“Mamá está en mi cuarto”, le dije a mi hermana. “Dice que quiere hablar contigo, que vayas”.

Mi hermana me miró con lástima, aunque también con reproche.

“No puede ser”, me contestó.

“Mamá está muerta”.

“Ya lo sé, pero ahí está. Ven a ver”.

“Bueno, está bien. Vamos”.

Y atravesamos la pared cogidos de la mano.

Agustín Monsreal
Número 129 – 130, Abril-Septiembre 1995
Tomo XXV – Año XXXI
Pág. 107

Lugar de prueba

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Gravemente, Barba Azul ordenó a Anima: “Jamás, bajo ninguna circunstancia, abras esa puerta”. La presumible desobediencia de la muchacha habría de ser motivo más que suficiente para asesinarla. Pero Anima desconocía la virtud de la curiosidad y nunca padeció la tentación de develar el enigma que encerraba la advertencia. No buscó la ocasión subrepticia, no inventó ardides, no merodeó siquiera. Barba Azul, justamente indignado, tuvo que matarla. ¿Quién soporta a una mujer tan falta de imaginación, de aspiraciones y porfías, de codicia?

Agustín Monsreal
Número 129 – 130, Abril-Septiembre 1995
Tomo XXV – Año XXXI
Pág. 67

Agustín Monsreal

Agustín Monsreal

Agustín Monsreal

Agustín Monsreal nació en la ciudad de Mérida, Yucatán, en 1941. Inició su carrera literaria  en el volumen colectivo 22 Cuentos 4 Autores  (1970). Un año después obtiene el Premio Nacional de Cuento  del INJM. En 1978 fue finalista en el Premio Nacional de Poesía de Aguascalientes con Canción de amor al revés y ganó el Premio Nacional de Cuento de San Luis Potosí con Los ángeles enfermos (1979). En 1987 obtuvo el Premio Antonio Mediz Bolio  con La banda de los enanos calvos. En 1996 se hizo merecedor al mismo premio, pero ahora por su trayectoria literaria. En 1999 fue galardonado con la Medalla Yucatán y en 2009 el Congreso de Yucatán  lo laureó con la medalla Héctor Victoria Aguilar, máxima presea que se otorga a nombre del pueblo yucateco.

Durante años, al final de la vida de la revista, fue parte del consejo de redacción de EL CUENTO, revista de imaginación, aún posteriormente al fallecimiento de Edmundo Valadés

            Agustín Monsreal ha publicado los libros de poesía  Punto de fuga (1979), Canción de amor al revés (1980), Cantar sin designio (1995), Perseverancias de amor (2008); y los libros de cuentos Los ángeles enfermos (1979), Cazadores de fantasmas (1982), Sueños de segunda mano (1983), Pájaros de la misma sombra (1987), La banda de los enanos calvos (1987), Lugares en el abismo (1993), Infierno para dos (1995), Diccionario de juguetería (1996), Las terrazas del purgatorio (1998), Tercia de ases (1998), A la salud del cuento (2003), Cuentos de fugitivas y solitarios (2004), Los hermanos menores de los pigmeos (2004), Diccionario al desnudo. No ilustrado (2009) y Desde el vientre de la ballena (2010).

            Su obra se ha incluido en más de 35 antologías y se ha traducido a múltiples idiomas. Desde 1995 en la ciudad de Mérida se instituyó el Premio de Cuento Agustín Monsreal[1].