En el infierno

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De un lado de la montaña brotaba fuego; el otro era frío, con nieve y tormentas de granizo. Ambos lados de la montaña y el valle estaban igualmente henchidos de almas, así como las colmenas bullen de abejas. A algunas las ahogan en el estanque y de ahí las llevaban y las arrojaban en el fuego, y luego aún ardiendo como chispas, las conducían al otro lado de la montaña, al frío. Este ciclo se repetía.

Becker, en VISIONES MEDIEVALES DEL CIELO Y EL INFIERNO
No. 12, Mayo – 1965
Tomo II – Año I
Pág. 338