El regreso del inútil


Cristo volvió por segunda vez a este planeta y le contaron cosas nuevas; usaron su ternura para limpiar espadas; le escondieron el tiempo dentro de una moneda; le cobraron el agua que les sobró a los ojos; le robaron su burro, su lentitud, su “no te apures que hay un cielo”, su “ama a tu prójimo”, y hasta sin su permiso, a sus sandalias les pusieron hélices; y estaba tranquilo… y, como siempre, inofensivo; pero al entrar al Vaticano, preguntó: ¿Y esta es mi casa? Perdóneme, señor, le respondió el portero, pero este palacio tiene dueños… y es ya muy tarde para los turistas…

Manuel del Cabral
No. 134, Enero-Marzo 1997
Tomo XXIX – Año XXXIII
Pág. 31

Manuel del Cabral

MANUEL DEL CABRAL
(1907 – 1999)

Nació Manuel del Cabral en Santiago de los Caballeros. Estudió derecho en la Universidadde Santo Domingo, pero no fue predilección de él esta carrera, sino de su padre, a quien le dedica una «carta poética», reminiscencia de la de Ovidio, en donde le explica su verdadera vocación, la literaria.

De muy joven comenzó su trabajo diplomático en la de su país en New York. Desempeñó el mismo papel en Colombia, Perú, Panamá, Chile y Argentina. Durante estos viajes y estadías pudo entablar contacto con los poetas hispanoamericanos más representativos del momento.

Abordó, en su poesía, una temática pluralística, pues toca tanto el tema político, como el amoroso, el social, el cultural e, incluso, el metafísico. El tema del negro o mulato en las Antillas es el tema recurrente por antonomasia, equiparándose a Nicolás Guillén y Luis Palés Matos.

Sus obras poéticas más destacadas son: Trópico negro, 1942; Compadre Mon, 1943; Los huéspedes secretos, 1950; La isla ofendida, 1965; y Sexo no solitario, 1970. También fue dramaturgo y narrador, pues escribió una novela y varios cuentos. Pero hoy se le reconoce sobre todo por su poesía. Recibió varios reconocimientos, entre los que destaca el premio Nacional de Literatura, otorgado en 1992.

Manuel del Cabral falleció en santo Domingo, el 14 de mayo de 1999.[1]