Las meigas


Estas dos mujeres, que aparecen cara a cara en la entraña lunar de la fotografía, han guardado silencio por un instante conciliador. Buscan establecer una comarca propia para reconocerse, para saberse ambas aprendices, ambas detentadoras de un antiguo poder.

Nadie parece turbarlas en el borroso interior que la fotografía apenas logra mostrar; nada parece interponerse entre ellas y el asumido deseo de mirarse, una a otra, largamente, ahora que el instante es un blando destello que se prolonga entre las dos, una extraña ramificación del árbol mayúsculo bajo el que se hallan detenidas, mirándose en silencio.

Sin embargo, una duda empaña la taimada contemplación: si cada de estas blancas mujeres, previsiblemente enlutadas, fuese la exacta réplica de la otra, ¿qué sería de nuestro mundo?

Jorge Esquinca
No. 117, Enero-Marzo 1991
Tomo XX – Año XXVIII
Pág. 37

Jorge Esquinca

JORGE ESQUINCA

(1957- ).

Nació en la ciudad de México en 1957.
En Guadalajara, Jalisco, donde radica desde hace muchos años, estudió ciencias de la comunicación en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores.

Fue fundador de la Editorial Cuarto Menguante, de Guadalajara.

Poeta y traductor, en su producción lírica sobresalen los libros La noche en blanco (1983), Augurios (1984), Alianza de los reinos (1988), Paloma de otros diluvios (1990), El cardo de la voz (1991), L edad del bosque (1993) y Sol de las cosas (1993).

En 1998 reunió la totalidad de su producción poética en el volumen Paso de ciervo[1].

La iluminada


La que se encamina al mar con una lámpara encendida, ignora la presencia del faro. Su ignorancia es flor de invierno, voluntaria. Armada con la débil lumbre de su lámpara, ella va hacia el mar. No la distraen las voces del puerto, los guiños cómplices de sus hermanas, ni la tibieza inesperada de unas manos que la alcanzaron, anhelantes, en la penumbra del callejón. Pues la que va al mar, abriéndose paso con la llama incierta de su lámpara, sabe que ha de salvar nuestras vidas.

Jorge Esquinca
No. 117, Enero-Marzo 1991
Tomo XX – Año XXVIII
Pág. 23