Alberto Dallal

Alberto Dallal 

Alberto Dallal nació en la Ciudad de México en 1936. Ha sido colaborador de importantes suplementos y revistas culturales de México y de algunos del extranjero. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores en 1963-1964. Entre otras tareas, ha realizado las siguientes: Coordinador de la Dirección General de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (1968-1969), Jefe del Departamento de Distribución de Libros Universitarios de la propia Universidad (1966-1967), Redactor y Jefe de Redacción de la revista Universidad de México (1963-1969), Director de la Revista Mexicana de Cultura (suplemento del periódico El Nacional, 1976-1979), Jefe de Publicaciones de El Colegio de México (1972-1980), Jefe de redacción de la revista Diálogos (1970-1981), Director General de Radio Universidad Nacional Autónoma de México (1989-1991), Director del noticiario “Hoy en la Cultura” del Canal 11 de televisión (1991-1992) y Coordinador de la revista Anales  del Instituto de Investigaciones Estéticas (1990-1993). Entre enero de 1993 y junio de 2001 dirigió la revista Universidad de México. Desde 2005 funda y hasta la fecha coordina la revista electrónica Imágenes del Instituto de Investigaciones Estéticas (www.esteticas.unam.mx/revista_imagenes). 

Desde 1975 es investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas (de tiempo completo a partir de 1980; titular «C» en 1991); es profesor de asignatura en las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Políticas y Sociales; las tres entidades pertenecen a la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde 1985 se halla adscrito al Sistema Nacional de Investigadores (Nivel II). 

Ha ejercido ininterrumpidamente la crítica literaria y la crítica de teatro y danza durante más de cuarenta años. Ha dictado cursos y conferencias y asistido a numerosas reuniones académicas y especializadas en México y otros países. Ha pertenecido a numerosos cuerpos colegiados y de expertos y dictaminadores. 

Obtuvo el Premio Magda Donato 1979 por su libro La danza contra la muerte y el premio Xavier Villaurrutia 1982 de ensayo por su libro El “dancing” mexicano. El Instituto Nacional de Bellas Artes le otorgó el reconocimiento  “Una vida en la danza” 1996. A partir de mayo de 2000 la biblioteca del Centro Nacional de Danza Contemporánea en Santiago de Querétaro lleva su nombre. Desde 2002 es miembro honorario del Colegio de Coreógrafos de México, A. C. Fue miembro del Consejo de Directores de la Alianza Mundial de la Danza (World Dance Alliance), Sección de las Américas; vicepresidente para América del Norte, de la misma Alianza, entre 2005 y 2009. Es miembro de la sección mexicana de la Asociación Internacional de Críticos de Artes (AICA-UNESCO). Ha recibido reconocimientos como destacado crítico, historiador e investigador de la danza de parte de la Sociedad Mexicana de Coreógrafos (Ciudad de México, mayo de 2003),  de Vera-Danza (Xalapa, mayo de 2003) y del Festival Cuerpos en Tránsito de Tijuana, Baja California (abril de 2008).  Recibió el Premio Nacional de Danza José Limón 2008, por primera vez otorgado, por sus logros, a un crítico e historiador de la danza. Ha frecuentado todos los géneros literarios y periodísticos[1].

Cansancio de siglos


Como si fuera una gata de Angora, Sarah se arrebujó entre las cobijas con indolencia. Se sentía cansada aquella noche. Bostezó, aplastando con su cuerpo los enormes almohadones de pluma de ganso. Sobre la tela blanca, suave, absolutamente lisa de las sábanas, quedó marcado el contorno de sus brazos, sus muslos, su cabeza: una pequeña hondonada en la enorme cama en forma de corazón. En el suelo, una agresiva piel de leopardo hacía guardia sin protocolos; más abajo, la alfombra: mullidísima; y sobre ésta, junto al voluminoso corazón, una mesa de noche que de tan blanca hubiera servido a los oficiantes de la liturgia en el paraíso. Sonó el teléfono y Sarah alargó el brazo. Por un momento se sintió con ánimo de no contestar, de rehuir cualquier nuevo esfuerzo. Pero era demasiado tarde: su voz, expuesta, por enésima vez al aparato, se despeñaba por el vacío acostumbrado.

(A martha Navarro)

Alberto Dallal
No. 93, Mayo-Junio 1985
Tomo XVI – Año XX
Pág. 629