La segunda muerte

Labré una piedra, esmerándome, queriendo darle una apariencia magna, profunda; y cuando creí estar a punto de lograrlo, la piedra se desmoronó junto con mis ilusiones.

Busqué otra piedra y empecé nuevamente la lucha y casi al final, el mismo final prematuro como bofetada que me animaba a empezar de nuevo.

Empecé de nuevo, una, dos, cinco, veinte veces, así hasta el infinito, hasta que encontré la muerte y conocí en persona a mi Dios… a imagen y semejanza de las esculturas siempre despedazadas.

Ya en el Paraíso, empecé nuevamente mi afán, y al marcar la última cincelada, la piedra se desmoronó.

Pero esta vez cayó sobre mí, convirtiéndose en mi lápida.

Enrique A. García Cuellar
No 45, Septiembre-Octubre 1970
Tomo VII – Año VII
Pág. 725