El adepto

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El adepto, después de ayunar según ciertos datos astrológicos, vestido de negro, sin metal, debía recitar por la mañana el oficio del Espíritu Santo, trazar con tiza algunos círculos y las palabras: Rap, Lob, Oz, Fa, que indican las regiones celestes; luego colocar y encender cirios alrededor del círculo mágico, quemar los perfumes, entrar en el círculo y pronunciar determinadas palabras: Inqualique die invocavero te, velociter exaudime. Después de extinguir las luminarias una a una, según oren fijo, el adepto se prosternaba con las manos en escuadra de plano sobre el piso, y veía apariciones.

Gérin Ricard, en HISTOIRE DEL’OCULTISME
No. 12, Mayo – 1965
Tomo II – Año I
Pág. 363