—Te digo que el tesoro ahí está. Yo y mi compa Julián estuvimos escarbando varios días, y ya llevamos como cinco metros de hondo, cuando doy un barretazo y sonó fofo… flojito… el fierro casi se me fue de las manos.
—¿Y por qué no lo sacaron?
—Subí todo tembloroso de la emoción y le dije a mi compa: “¡Ya le llegamos! Baja tú a seguirle”. El me dijo: “por qué no bajas tú que ya sabes dónde está”.
—…iba a hacerlo, cuando le vide los ojitos… y ya no bajé. Le volví a insistir que bajara, y él tampoco quiso bajar.
—…así que lo dejamos pendiente.
—¿Cómo sabes que tu compa Julián no volvió a sacarlo él solo?
—Pos… pos… de que él no regresó, estoy seguro.
Morelos Herrejón
No. 38, Septiembre-Octubre 1969
Tomo VI – Año V
Pág. 635