Varón o hembra

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Tendrás en cuenta cuando la mujer saliere, de cada cual pie alza primero encima del umbral, o al subir alguna escalera; porque si alza primero el pie derecho es señal que trae hembra; si primero alzare el pie izquierdo, trae varón. La causa —según buena filosofía— es, porque el varón se engendra a la parte derecha, y siempre carga más allí que a la izquierda; y si alza primero el pie izquierdo, como más ligero para ayudar al más cargado, de ahí se colige que trae varón. Y porque la hembra se engendra a la parte izquierda, y allí carga más que a la derecha, por esto naturalmente alza primero el pie derecho.

Gerónimo Cortés, en Secretos de la naturaleza
No. 02, Junio 1964
Tomo I – Año I
Pág. 53

Gerónimo Cortés en “Secretos de la naturaleza”
No. 77, Junio 1977
Tomo XII – Año XIII
Pág. 429

Gerónimo Cortés

Gerónimo Cortés

Gerónimo Cortés fue un escritor y matemático valenciano, nacido a mediados del XVI y muerto probablemente hacia 1615. Se dedicó con preferencia al estudio de las ciencias naturales y debió morir joven por cuanto Nicolás Antonio se lamento que su talento no diese todo el fruto que podía dar de sí. Fue muy conocido en España, Francia e Italia, debiendo su popularidad principalmente a dos obras, la que hoy nos ocupa cuya primera edición apareció en Valencia en 1594 bajo el título de “Sumario y pronóstico perpetuo” y “Libro de phisonomía natural y varios efectos de la naturaleza”, Alcalá de Henares 1607, libro del que se hicieron varias ediciones en distintos idiomas. La primera edición francesa es de 1621. Otras obras de Cortés fueron: Aritmética práctica (Valencia, 1604), libro y tratado de los animales terrestres y volátiles (Valencia, 1613) y un tratado de monedas para facilitar las operaciones de cambio (Valencia, 1594)[1]                                                                    

Científico español, nacido en Valencia en fecha desconocida y muerto también en Valencia en 1615. Destacó por sus estudios en astrología, matemáticas e historia natural.

«Maestro de contar» residió en la ciudad de Valencia, donde publicó, en los últimos años del siglo XVI y los primeros del siglo XVII, varios libros que corresponden a la literatura científica de consumo propia de la época, destinada a los estratos medios de las ciudades.
El más notable y difundido de todos ellos fue su Lunario perpetuo (1594). Pertenece al género más popular de la literatura astrológica, que asociaba los pronósticos principalmente aplicados a la salud, la agricultura y la navegación, con el calendario civil y eclesiástico y diversas cuestiones meteorológicas y médicas. Es un caso extraordinario de pervivencia, ya que ha continuado reeditándose sin interrupción hasta el presente siglo, convirtiéndose a la larga en una importante fuente de la cultura científica popular, especialmente en las zonas rurales. Cortés, como todos los autores de estos libros, tuvo particular cuidado de descartar la astrología judiciaria determinista y la consiguiente persecución dela Inquisición, afirmando, de acuerdo con la doctrina católica del libre albedrío, «que las estrellas pueden inclinar a los hombres, pero no forzarles».

Cortés publicó también, con el título de Compendio de reglas breves (1594) una de las numerosas guías que en la época intentaban orientar en el auténtico laberinto de la conversión de las diversas monedas , tanto «del Reino de Valencia, Aragón, Barcelona y Castilla, como de los otros reinos». Incluyó esta guía en su Arithmetica practica (1604), obra mucho más amplia que pertenece al género de los manuales de «cuentas», el más importante en la época dentro de las aplicaciones prácticas de las matemáticas.

Por último, fue autor de dos libros de divulgación, en la línea de los textos renacentistas «de varia elección», aunque con claros elementos procedentes de las enciclopedias bajomedievales: El primero, Phisonomia y varios secretos de la naturaleza (1597), contiene cinco tratados sobre temas muy diversos y es también un caso de pervivencia excepcional. El segundo, Libro y tratado de los animales terrestres y volátiles (1613), por su insistencia en lo extraordinario y curioso, se ajusta en parte al fenómeno Kitsch tal como José Antonio Maravall lo ha formulado para el barroco[2].