De verdad

Tres hombres llegaron al enorme portón del edificio de la ITA. Eran aproximadamente las ocho de la noche. Sonaron el timbre y esperaron. El guardián abrió la ventanita pata indagar.

—Somos de la policía de Investigaciones, dijo el que parecía ser el jefe. —Nos acaban de avisar que en este edificio han colocado una bomba.

El hombre con tamaños ojos abiertos ante la noticia, abrió el zaguán y dijo que no habían colocado nada parecido.

—Entonces apártate, —dijo el jefe mientras lo encañonaba y desarmaba—, porque la vamos a poner nosotros.

—Ahora corré, —dijo uno de los guerrilleros—. Porque ésta si es de verdad.

Y salieron los cuatro en carrera abierta.

Melitón Barba
No. 102, Abril-Junio 1987
Tomo XVI – Año XXIII
Pág. 171

Melitón Barba

Melitón Barba

El Doctor Melitón Barba Camacho (San Salvador, El Salvador, 26 de octubre de 1925 – id. 29 de junio de 2001) fue un escritor y médico salvadoreño.

Estudió en la Facultad de Medicina dela Universidad de El Salvador. Realizó estudios de postgrado en las áreas de ortopedia y traumatología en Italia y Argentina. También se interesó en el estudio científico de la acupuntura, la homeopatía y otras formas de medicina alternativa. En la década de 1960 ejerció como catedrático universitario de la Universidadde El Salvador (UES). Por su ideología de izquierda y su oposición a los gobiernos militares tuvo que exiliarse en varias ocasiones. Residió en México (1965 y 1976-1977) y Nicaragua (1980-1988).

Sus cuentos se enmarcan dentro de la corriente de la narrativa regionalista. Muchos de sus relatos abordan temas relacionados con la profesión médica y con sus convicciones políticas. En su juventud publicó sobre todo trabajos de investigación médica. Comenzó a publicar cuentos, cuando tenía casi 60 años con la edición de la colección de cuentos Todo tiro a Jon (Managua, 1984)[1].

Además de su vocación científica, desarrolló la literaria a partir de una edad tardía, y se convirtió, entonces, en uno de los cuatro grandes cuentistas que ha dado la narrativa salvadoreña, junto con José María Méndez, Álvaro Menéndez Leal y Salarrué, y se transformó en el recuperador de la tradición cuentística con su peculiar estilo humorístico y picaresco, esperpéntico, tierno y obstinadamente optimista frente a la naturaleza humana.

“Todo tiro a Jon” (1984), “Cuenta la leyenda que…” (1985), “Olor a muerto” (1986), “Puta vieja” (1988), “Carmas marcadas” (1990), “Hermosa cosa maravillosa” (1992), “La sombra del ahorcado” (1995), “Alquimia para hacer el amor” (1997) o la más reciente “En un pequeño motel” (2000) coronan una producción fecunda que lo consagra, ya para siempre, en un auténtico narrador y el verdadero renovador de la cuentística salvadoreña a partir de los años ochenta del Siglo XX[2].

 

 

A las pastillas

La mujer con el paquete en las manos, se veía pálida, nerviosa. Volvió a ver inquieta en todas direcciones y al comprobar que no había nadie, dejó la carga en la puerta principal de la mansión del Ministro de Salud, y huyó a la carrera.

El ginecólogo al descubrir el envoltorio, llamó apresuradamente a la policía.

Un comando del escuadrón de explosivos, tratando de desactivar el contenido, encontró una criatura recién nacida que amarrada a su manita tenía a siguiente nota: “Doctor, usted me garantizó seguridad absoluta con los espirales, como prueba de ello le dejo a la niña. Vea qué putas hace con ella. Yo regreso a las pastillas”.

Melitón Barba
No 101, Enero-Marzo 1987
Tomo XVI – Año XXIII
Pág. 2