Mientras descansen sobre lechos tan dulces como el tálamo nupcial, estarán cerca de ellos lindas jóvenes de pecho alabastrino, hermosos ojos negros y modestas miradas. Ningún hombre ningún genio profanó sus costumbres y su pudor; las perlas no igualan en blancura y esplendor a estas vírgenes encantadoras; el amor que existe lo sentirán ellas mismas y los dos amantes gozarán de una juventud inalterable. Junto a este encantado lugar se abren otros dos jardines coronados de un verdor eterno y adornados de dos bulliciosas fuentes. Allí se hayan reunidas las más variadas frutas, y huríes de maravillosa belleza en soberbios pabellones. Cada acción buena será para los justos un grado de felicidad, y beberán un vino exquisito, mezclado con agua del paraíso de la cual beben los querubines, cerca de un manzano sin espinas y del árbol que produce los perfumes.
En El Corán
No. 25, Agosto 1967
Tomo IV – Año IV
Pág. 623