Éstos se aliaban misteriosamente con las fuerzas naturales. Tenían conocimiento acerca de realidades de índole superior que estaba reservado a los iniciados. Conocían las secretas palabras poderosas que abrían y cerraban el dominio de los espíritus. Estos maestros capaces de todo, regían el tiempo, el crecimiento y los astros, y hasta podían hacer volver a los muertos. Pronunciaban sus fórmulas como órdenes irrevocables, con la fuerza irresistible de la bendición y la maldición. Sabían palabras cuya enunciación encerraba peligro de muerte y con las cuales podían desquiciar el universo entero. Su influjo sobre los espíritus les proporcionaba una terrible conciencia de poder que mantenía a raya a quienes los rodeaban, pues no siempre lo empleaban con buenas intenciones.
Walter Muschg, en Historia Trágica de la Literatura
No. 17, Octubre 1966
Tomo III – Año III
Pág. 392