El valle de las lunas enterradas

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Seguí caminando en la obscuridad, golpeándome los pies descalzos entre áridas rocas, hasta que divisé un monte perfilado tras un resplandor de plata. Traspuse el monte y el resplandor creció. Llegué a un valle negro, entre cuyos montículos sobresalían inmensos cuernos plateados, como puntas de guadañas enterradas. Era el valle donde caían las lunas después de su carrera por los cielos. La violencia de su caída las sepultaba y de allí que a través de la negrura de borra de café del suelo, trasudara un resplandor helado, y, aquí y allá, asomara una hoz curvada como un ala de golondrina. Por su resplandor fui reconociendo todas las lunas que habían encandilado mis ojos. La menguada de mi nacimiento y la luna de sangre de mis desgracias, y la luna de hielo de la indiferencia. Reconocí lunas inmensas cuya gravitación había estado a punto de elevarme, y lunas mansas de esas que aparecen en las tardes del mar, como la vela de un navío. Y lunas malignas como aguijones y lunas olvidadas como cortaduras de uñas. El fulgor de aquellas lunas era inagotable y hacía pesar un silencio que casi me derribaba. Las amargas lunas del insomnio y las lunas cristalinas del pesar. Quise gritarles y me paralizó la lengua el peso de plomo de la inutilidad de las griterías contra la luna. La última de ellas estaba en el cielo, y descendía hacia el valle como una lenta cimitarra. Recordé lunas de melancolía y lunas de delirio y lunas pardas y lunas azules y lunas doradas. El fulgor de las lunas semienterradas se duplicaba al reflejar el fulgor de la que caía. Eché a correr, entre un bosque de plateados filos. Sentí el terremoto de la caída de la última luna y el alarido de la plata lunar que vibraba por el impacto con la tierra. Durante varias noches, soñé con espejos.

Luis Britto García
No. 81, Mayo – Junio 1980
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 61

El traje

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Rápida fue la preparación del traje flotante impermeable isotérmico impenetrable acolchado elástico autorreproductivo que podía sustituir a los demás trajes y si uno lo piensa bien, asimismo a las casitas apartamentos palacios o chalets que tan prolíficos son en documentos de propiedad, cuotas, derechos de frente y etcétera etcétera. En las microfisuras de este traje que cambia constantemente de colores y de formas, puede desarrollarse y de hecho se desarrolla inevitablemente un pulular de algas microscópicas que es lo que permite aprovechar la luz del sol y el calor del cuerpo para el equilibrio térmico la limpieza de desechos la nocturna luminosidad regulable y además produce buenos bocados de proteína carbohidratos sales minerales vinosos licores compuestos químicos todo según el temperamento y el capricho del poseedor.

Por lo tanto, bandas de adolescentes que flotan a la deriva en espumosos mares y no regresan cuando los llaman papá y mamá, cuando los llama nadie, porque papá o mamá o nadie también para ir en su persecución pueden ponerse el traje y caminar satisfechos e indemnes por vidrieras polares o ardientes desiertos o lamentables bosques de olivares o cristalinos rápidos o crujientes selvas y olvidarse de regresar a casita a casita al trabajo a la cárcel a palacio a tantos sitios que tan buenos son pero a y los trajes triunfantes los besos rápidos y el anudar y desanudar errantes vidas en esta ahora tachonada de adioses intemperie.

Luis Britto García
No. 63, Febrero-Marzo 1974
Tomo X – Año IX
Pág. 379

Artes posibles

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Máquina maravillosa para hacer el arte, no esas tonterías debiluchas que llaman hoy arte, que apelan por separado a la vista, al oído, a otros sentidos o cosas así. El espectador es introducido en un tubo en donde lo aturden fogonazos, caleidoscopios, estroboscopios (vista), berridos, estampidos, cataplunes y zuáquitis (oído), bocanadas de sulfuro de carbono, pachulí, catinga (olfato), chorros de aceite de ricino y todas esas cosas químicas que tienen sabor sui géneris (gusto), pinchazos, raspaduras, cosquillas, mordeduras (tacto), heladuras, quemaduras, (sentido de la temperatura), sacudidas eléctricas, vergajazos (sentido del dolor), cambios de sitio, caídas libres, aceleraciones, desaceleraciones, giros en hélice, en tirabuzón y en rizo (sentido de la posición), constricciones, torsiones (sentido de la posición corporal relativa), violaciones (percepción sexual), penetraciones, introducciones de espéculos, insuflaciones, inyecciones de hormonas y vasodilatadores (percepción interna de los procesos orgánicos), choques inductores de entremezclamiento y confusión de sensaciones (percepción cinestésica), inyecciones de drogas (percepción delirante), y como luego de experimentada en su totalidad la experiencia artística ya para que vivir, el espectador es atacado en su instinto de conservación, fibra a fibra deshilachado, macerado, masticado y digerido. Como sucede con toda nueva forma de arte, en la que proponemos los espectadores, al principio, serán escasos.

Luis Britto García

No. 63, Febrero-Marzo 1974
Tomo X – Año IX
Pág. 373

Sucede al poner discos


Sucede al poner los discos que un disco determinado en vez de echar música hacia afuera comienza a chuparse los sonidos circundantes el pim pam pum de tu corazón el brooooom de las motos en la calle el clui clui clui de los pajaritos en el árbol que se ve por la ventana.

Ahora con terror salta hacia el aparato no sea una raya en el disco que se ha apoderado de tu momento no sea que una raya te condene a perpetuarte en el cielo en este instante no sea que una ra no sea que una ra no sea que una ra no sea que una ra no sea que una ra no sea que una ra no sea que una ra no sea que una ra no sea.

Luis Britto García
No. 72, Abril-Junio 1976
Tomo XI – Año XI
Pág. 687

Engaño traición estafa


Mercaderes ávidos nos cambian sin que lo sepamos, porque los cambios mínimos nadie los nota, y así los malditos nos sustituyen célula por célula, hoy por ejemplo en la punta de la nariz, mañana en el dedo pequeño del pie, nos van quitando nuestro ser e instaurando fracciones mínimas del de otra u otras personas. Naturalmente que al cabo de cinco años sospechamos la estafa y no enfurecemos, pero a esas alturas ya todo es peligroso, porque a lo mejor somos enteramente la otra persona por quien nos han sustituido, y cualquier cambio podría resultarnos contraproducente.

Así, caso asombroso de dos personas transformadas mutuamente en la otra a través de un largo proceso, al terminar éste gritaron, cambiaron de lugar y fue como si nada hubiera pasado. Las sustituciones nunca son tan simples como en este caso de improbabilidad casi infinita. La variación de materiales es mucho más compleja; el surtido de combinaciones sorprende, y la pesadumbre de uno al saber que anda todo repartido por allí, inagotable. Las amenazas de incesto son vagas, pero persistentes; el sobresalto de reconocerse en cierta córnea cierto poro cierto lunar, indefinido pero omnipresente.

Lo bueno de estas cosas es que le pasan solamente a otros.

Luis Britto García
No. 86, Marzo-Abril 1981
Tomo XIV – Año XVI
Pág. 620

Luis Britto García


Luis Britto García (Venezuela, 1940) es narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino; estudió derecho en la Universidad Central de Venezuela. Fue profesor asistente en la cátedra de historia del pensamiento político en la Escuela de Estudios Internacionales. Estrenó literariamente con Los fugitivos y otros cuentos (1964), pero fue Rajatabla (1970), Premio Casa de las Américas, la obra con que se hizo famoso. El mismo año publicó su primera novela Vela de armas, con Arca de Montevideo. En 1976 publicó un tomo de dos piezas teatrales: El tirano Aguirre o la conquista de El Dorado y Suena el teléfono. Volvió a ganar el Premio Casa de las Américas en 1979 con us novela de 750 páginas titulada Abrapalabra. En 1984 publicó en Caracas Me río del mundo, un tomo que incluye secciones tituladas “Los grandes demagogos de la historia” y “Grandes bromas pesadas de la historia”. Analiza algunos de los problemas actuales en La máscara del poder (1988), Hambre, concertación populista y explosión socioal (1989) y El imperio contracultural; del rock a la postmodernidad (1991). Otros tres tomos de cuentos son La orgía imaginaria: libro de utopías (1983), La misa del esclavo (1983) y Muerte en el paraíso (1985) .
Otros volúmenes de ensayo son Elogio del panfleto y de los géneros malditos (2000), Investigación de unos medios por encima de toda sospecha (Premio Ezequiel Martínez Estrada 2005), Demonios del Mar: Corsarios y piratas en Venezuela 1528-1727, ganadora del Premio Municipal mención Ensayo 1999. En 2002 recibe el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.
Blog del autor: http://luisbrittogarcia.blogspot.com/

Subraye las palabras adecuadas


Una mañana tarde noche el niño joven anciano que estaba moribundo enamorado prófugo confundido sintió las primeras punzadas notas detonaciones reminiscencias sacudidas precursoras seguidoras creadoras multiplicadoras transformadoras extinguidoras de la helada la vacación la transfiguración la acción la inundación la cosecha. Pensó recordó imaginó inventó miró oyó talló cardó concluyó corrigió anudó pulió desnudó volteó rajó barnizó fundió la piedra la esclusa la falleba la red la antena la espita la mirilla la artesa la jarra la podadora la aguja la aceitera la máscara la lezna la ampolla la ganzúa la reja y con ellas atacó erigió consagró bautizó pulverizó unificó roció aplastó creó dispersó cimbró lustró repartió lijó el reloj el banco el submarino el arco el patíbulo el cinturón el yunque, para luego antes ahora después nunca siempre a veces con el pie codo dedo cribarlos fecundarlos omitirlos encresparlos podarlos en el bosque río arenal ventisquero volcán dédalo sifón cueva coral luna mundo viaje día trompo jaula vuelta pez ojo malla turno flecha clavo sen brillo tumba ceja manto flor ruta aliento raya, y así se volvió tierra.

Luis Britto García
No. 85, Enero-Febrero 1981
Tomo XIII – Año XVI
Pág. 502