Ricardo Fuentes Zapata
Su nombre verdadero era Israel Ricardo Cortez Zapata, y nació en Campeche, según referencias dadas por su hijo Fermín Cortez Burgos en un comentario dejado en este blog. Ricardo, mejor recordado en El Cuento, como “El trailero”. Es un personaje fuera de serie, trabajador, amoroso y enigmático, aún para su familia (Todo esto, son meras elucubraciones al leer sus cartas y el comentario de su hijo). Se colige muy estimado por Valadés, pues fue bien acogido en El Cuento al encontrar numerosos textos, y largas misivas publicados en el cuerpo de la revista y en el Correo del lector respectivamente. No se consiguen datos biográficos de él, sólo estos, que hemos podido encontrar tras una ardua revisión en los cientos de números de la revista, y que apenas nos dan un esbozo de este notable personaje. Sirva como un homenaje de los lectores de El Cuento a este evocado escritor.
Nos dice en una de sus cartas:
“…Entre esas cosas incluyo una que titulo “Suspiros del afane” (en caló) que traducido al cristiano quiere decir ‘Gajes del Oficio’[1]. Trata del relato que está haciendo un ratero a otro acerca del asalto cometido por un compañero de ambos… fuera del cabaret donde estuvo bebiendo.
La razón por la que conozco este lenguaje es porque yo crecí por las calles de Rivero, Peralvillo, Tepito y La lagunilla, que fueron testigos de mi crecimiento. Para sobrevivir en ese mundo tuve que cantar en los camiones, dar grasa, vender diarios y repartir los programas del Tívoli. También uno que otro mandado a las ‘vírgenes de media noche’ de la calle. A la edad de 14 años me fui con un amigo de mi familia que tenía un tráiler. Durante 3 años fui su ayudante, hasta que aprendí los gajes del oficio (suspiros del afane). Me fui después a Estados Unidos y viví 5 años en Nueva York trabando en una línea de trailer’s internacionales… ‘suspiros del afane’, lo escribí una tarde de Domingo que estaba descansando de una jornada de 400 kilómetros, en una gasolinería…
Bien amigos, les envío también una fotografía de un servidor tomada al pie de un tráiler tan viejo como el chofer, tomada en Can Cun, Quintana Roo”.[2]
Antes de esa carta, en el No. 64. Abr-May 1974 en otra misiva publicada nos cuenta:
“Yo me gano la vida como operador de camiones transportistas por las carreteras de la Patria y por ello no tengo un domicilio fijo ni determinado, puedo decir que mi domicilio es toda la República Mexicana, por ello me vi precisado a no renovar la suscripción… Sin embargo, poseo todos los números que han aparecido, pues los compro en cualquiera de las ciudades por donde paso y me ‘agarra’ la aparición del número en turno.
No he dejado de escribir, he escrito mucho, aunque quizá nada sirva, pero yo disfruté mucho al hacerlo. Como dice el poeta: “Unos tienen la vida para soñar y otros los sueños para vivir”, y yo me he divertido muchísimo con las situaciones inventadas o soñadas. ¡Cuán hermoso es eso! Como transportista que soy, prácticamente vivo en la unidad que opero durante 30 o más días y por ciento y cientos de kilómetros, de los cuales soy dueño y amo para vivir en comunión con mi imaginación y con mis sueños. Es cuando disfruto de verdad. Barajo palabras, invento situaciones, hago combatir a mis propias ideas unas contra otras y estas en tropel chocan y se destrozan para dar paso a una más que pugna por adelantarse a sus compañeras. Almaceno material para la hora del descanso y acaso vale la pena la idea que acude a mi mente, detengo a la vera del camino el DINA DIESEL para 25 toneladas que manejo y paso al papel la idea concebida. La escribo en cualquier cosa; en una revista, en el espacio en blanco de un viejo periódico y hasta en las notas de combustible (muchos de mis trabajos han sido escritos así) ¡Ah, si yo tuviera talento y tiempo para consagrarlo a la escritura! Sin embargo, no hay peor lucha que la que no se hace y aquí me tiene con mis trabajos que espero Uds. Encuentren de algún valor.”.[3]
Ricardo Fuentes Zapata, ganó el concurso de cuento brevísimo de “El Cuento, revista de imaginación” del número 85,con el texto “El regreso de Supermán”, escogido porque manejando una anécdota válida. Lo hace con certero conocimiento del idioma coloquial tepiteño.[4] Y para muestra de esta habla natural, distinta a la usada en el anterior fragmento, veamos una fracción de dos cartas (una rezagada) publicadas en el No. 99 donde alternando con felicitaciones por los veinte años de la revista, saludos a Valadés y peticiones de referencias de libros nos dice:
“Nuevamente les escribo anexándoles algunos de mis modestos trabajos. Esta ocasión incluyo un cuento (espero que lo sea) más largo (siete cuartillas) sobre una idea bastante común. También anexo 14 textos muy breves (a esta clase de textos yo les he dado el título de BREVERÍAS, incluso he compilado un buen número de ellas hasta formar un libro…[5]
…“Les escribo desde un antro de mala nota —como dicen los amarillistas— que está lleno a reventar lo cual quiere decir que a muchos la crisis y el plan de austeridad les vale gorro…
“Tengo a mi vera una ‘cacuma’ de muy buen ver, mejor tocar y ‘chido’ pasito de propaganda, la cual con la encarnada flor de sus labios —como diría Vargas Vila— me dice que estoy loco porque en lugar de estarla ‘tocando’ a ella, les estoy escribiendo a ustedes… ¡Incongruentes que somos algunos, ¿no?! Yo le dije: ¡Quieta almeja, no te apresures, que la cosa es camay! ¿Qué no ves que si no escribo inmediatamente la presente misiva se me evapora la inspireishon… (Ha venido a sentarse a mi mesa un colega trailero —un pipero que maneja ‘chabelitas’— acompañado de su respectiva ‘percha’ y traen unas ganas de rendirle culto a Baco que no vean. Yo prosigo mi carta…)
“!Me libé la Revista en un Dos-Tres! ¡Qué a todas márgaraspubliqueshon! Como todos, claro, pero en especial este porque puedo presumir de que en su aniversario aparecieron dos ‘trabajitos’ míos, ¿no? (a dos mesas de la mía se armó una ‘bronquitis’ y han entrado los ‘tiranos’ y le han dado una ‘madrina’ de órdago al ‘interfecto’ dejándolo como ‘caracol en chilpachole…’ yo prosigo mi carta).
En sucesivos números narra cosas de su vida, en ese momento actual y otras donde hace remembranzas de sus andanzas, aficiones y pesares.
“Esta misiva es muy breve pues como estamos a fin de año es muy seguro que la correspondencia le lloverá como en Diluvio Universal (Ay ojón: nomás mencioné diluvio y luego luego me acordé del que pasamos en Escárcega y hasta el chino se me encuera, me cai).
Le escribo ahora desde la muy noble y leal pero ex Blanca ciudad de Mérida, Yucatán. A donde me vi obligado a mudarme a consecuencia de la grave inundación que sufrimos en Escárcega. Hubimos muchos que lo perdimos todo. Ahora yo estoy aquí tratando de empezar de nuevo: queriendo enderezar la nave, partiendo prácticamente desde cero… Lo que más me duele es que perdí mi colección de El Cuento encuadernada en piel (tenía desde el primer tomo, cuando estos costaban la fabulosa cantidad de (cincuenta pesos, encuadernados en piel roja: ¿se acuerda usted?)… Irreparable pérdida, pues dudo mucho que vuelva a poseer tan excelente y singular colección”…[6]
“Me dio mucho gusto ver publicados dos “carretitas” mías (carreta en caló quiere decir Cuento)” [7]
“Este relato me hizo recordar cuando a mis diez años de edad tenía que dormir bajo las bancas del Paseo de la Reforma o bajo los coches estacionados frente al Waikiki, siempre asediados por policías prepotentes”.[8]
“A mí, por ejemplo, quien me rescató de esas amargas vivencias fueron unas bailarinas del Waikiki que se hacían llamar “Las Soneras del Congo” ellas me enseñaron a bailar, a tocar uno que otro instrumento, me inscribieron en la escuela nocturna y al fin, con el amante de una de ellas, me fui de ayudante de trailero; aprendí el oficio y… ¡Aquí estoy yendo y viniendo”![9]
Releyendo mi cuento, cuenta me di de mis defectos: ¡Me falta un gran camino literario por recorrer, lo sé. Pero como dijo el inventor de la carretilla: Mientras la rueda ruede… rueda.[10]
“Entre las muchas ondas con las que el Gran Dorais me adornó, me dio el champú de tocar la marimba, el saxo, el tresillo (la corneta no, porque voy de paso) y por eso en toda fiesta me ejecuto mi show… Una vez formé un conjunto que le llamé Son Bambú. Éramos puros traileros a los que nos gustaba la bulla. Pero fracasamos porque nunca cobrábamos… Hace como seis años estuvimos a punto de ir a su casa, estimado maestro, y darle una sorpresa. Fue para un fin de año, pero no sé qué pasó (mejor dicho no me acuerdo) y no llegamos. Paramos en una delegación y ahí se nos fue el año viejo… A ver si para la otra. Eso sí: le garantizamos que va a pasar un pachangón inolvidable; ojalá y que sus invitados sepan encontrarle el gusto a música tropical y al grito de Tatalibaba mi Cuba Lipe, le pongamos Jorge al infante… Abur.”
“Perdone que esté un poco disperso en mi misiva pero es que anoche estuvimos en un reventón de miedo. Fue día del transportista y lo festejamos en grande. Yo toqué el tresillo al contratiempo y nos ejecutamos eso que dice: “Y soy de acá, pero voy para allá, porque me dicen que allá es mucho mejor que acá, y si yo que estoy acá no me quiero ir para allá entonces no voy para allá y me quedo por acá, etc… Es un son cubano. Hay que ser mucha pieza para danzarlo al contratiempo. Conozco gente verdaderamente chingonométrica en ese afane pero me doy el quien vive con ellos, así, muy pinchemente.”[11]
El 6 de Julio de 2012, apareció este mensaje como comentario a su texto “Creencia antigua”. Firmado por Fermín Cortez Burgos
“gracias por publicar los cuentos de mi padre ricardo fuentes zapata que era el pseudonimo de Israel Ricardo Cortez Zapata un hombre muy enigmatico pese a ser mi padre supimos muy poco de su vida sabemos que tuvo una infancia muy dificil y que se caso con mi madre sien do mucho mayor que ella muy inteligente y de un caracter muy fuerte padre amoroso que daba todo por sus hijos que vivió su vida adulta en un pueblo muy pequeño del estado de campechemexico y que fallecio en ese lugar donde yo naci para mi el siempre fue y sera un garn hombre, padre y escritor nunca entendipor quedecidio quedarse ahi cuando tenia todo un mundo por delante gracias por permitirme encontrarlo aqui.”
No vuelve a aparecer carta de Don Ricardo. De seguro estuvo muy triste por el fallecimiento de su amigo. Porque lo fueron. Amigos en el cuento y en El Cuento. Hoy de seguro conviven en otras narrativas, en otro tipo de sueños, maxi aventuras para los mini ficcionistas.
Esta investigación fue realizada por Jaime Adolfo Muñoz y Alfonso Pedraza. Octubre 2014.
[1]En el blog existe una minificción que nombra “Jages del arpegio” y que traduce como Gajes del oficio, pero evidentemente es otro texto.
[2]Carta de Fuentes Zapata publicada en el No. 79 sep 1977 a mar 1978. Pag 575-576.
[3]En el correo del lector del No.64. Abr-May 1974, Pág. 466-468
[4]Aviso en el No. 87 Pág 708.
[5]Aquí, Pedraza se sorprende y dice: “Esta palabra la uso sin saber quién fue el primero que la usó, deberé preguntar a los investigadores (Zavala, Rojo, Del Valls, Perucho, Oxtoa, Gonzáñez, Tomassini y otros) si tienen conocimiento de esto.
[6] Nª 126, Pag. IX
[7] No. 126, Pag. X
[8] No. 126, Pag. XII
[9] No. 126, Pag. XIII
[10] No. 129-130 Pag. IX
[11] Num. 114-115 Pag. VIII