La derrota del general

El general ya estaba ahí, montado en su caballo, con la espada en su mano derecha apuntando hacia arriba, lista para indicar el inicio del combate

Era evidente que la lucha iba a ser desigual: el enemigo contaba con armas más poderosas; en cambio el general abrigaba la esperanza de que aquellos hombres que estaban a punto de abrir fuego en su contra recordaran las heroicas hazañas que lo hicieron merecedor del grado que orgullosamente ostentaba: general de división; sólo eso podía salvarlo de la derrota.

La batalla se inició a las ocho con treinta minutos para ser exactos; fue una lucha demoledora, sangrienta; no hubo momento de tregua alguna: la artillería no dejó de activar hasta la victoria.

A las seis de la tarde la plaza quedó en silencio, vacía; únicamente algunos escombros quedaron esparcidos sobre la explanada, en tanto un periodista tomaba fotografías de aquella escena.

Por fin la estatua del general había sido derruida.

Juan Ramón Manjarrez
No. 111-112, Julio-Diciembre 1989
Tomo XVII – Año XXVI
Pág. 693

Gajes del oficio

Era tan eficiente su microscopio, que una vez una amiba le mordió un ojo.

Juan Ramón Manjarrez
No. 111-112, Julio-Diciembre 1989
Tomo XVII – Año XXVI
Pág. 632

Juan Ramón Manjarrez. Escritor. Nació en San Ignacio, Sin., el 29 de octubre. Es licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas porla UAS. Maestroen Ciencias y Doctorante de Desarrollo Humano, por el Instituto de Desarrollo Humano e Investigación. Fue miembro del taller literario de Difocur que coordinó Renato Prada Oropeza. Sus narraciones se han publicado en diversos periódicos y suplementos culturales de Sinaloa, Sonora y Jalisco; también ha publicado en la revista El Cuento. Es autor de Reunión de cuentos y coautor del colectivo El café de los verbos y Sinaloa dice. Fue director general de Difocur de 1994 a 1997.